Una política de defensa y seguridad para la Unión

Artículo publicado en mi sección quincenal “Tarjeta Azul” de La Nueva España el 30 de marzo de 2017

 

Escribo estas líneas, tras regresar de Roma donde el sábado 25 de marzo, tuve ocasión de participar en una gran manifestación ciudadana en favor de una Europa política, social y también de la defensa, pues es preciso dar un salto cualitativo en este terreno, precisamente después de Brexit y de la elección de Donald Trump.

 

La política de Seguridad y Defensa ha pasado a ser una de las grandes prioridades de la UE. El libro blanco que ha lanzado la Comisión Europea sobre el futuro de Unión plantea como hitos fundamentales en los próximos meses tres áreas: construir un pilar social, completar la Unión económica y abordar el futuro de la defensa europea. En una situación de cierto bloqueo del proyecto europeo, avanzar hacia una integración de nuestras capacidades en el ámbito de la defensa es un importante paso adelante pues nos obligaría a avanzar también en la comunitarización de la política exterior.

 

El incremento de los conflictos regionales en nuestra vecindad este y sur, Ucrania, Libia, Siria, Irak, el terrorismo, la ciberseguridad, la dependencia energética, el cambio climático, la crisis de refugiados o la gestión de nuestras fronteras son temas que han puesto de manifiesto la imposibilidad de los Estados para actuar por si solos de un modo eficiente ante cuestiones que sobrepasan su capacidad de actuación.  A esto debemos añadir el cambio de inquilino en la Casa Blanca. Este hecho ha traído consigo un cambio en la orientación de la política estadounidense en relación a Europa de manera que Rusia tendrá más espacio en el ámbito de las relaciones internacionales y Europa más necesidad de invertir en su propia seguridad.

 

Durante el periodo 2006-2013, la crisis económica también impactó en las asignaciones presupuestarias destinadas a la defensa disminuyendo estas aportaciones en un 29 % en el conjunto de la UE. Sin embargo, a partir de 2015 se viene reconfigurando la visión de la Unión sobre la materia y se están revisando al alza también los presupuestos nacionales en Seguridad y Defensa. A partir de la inclusión hace un año por parte de la Alta Representante, Federica Mogherini, de la seguridad de la Unión entre las cinco prioridades principales en la Estrategia global de la Unión sobre política exterior y de seguridad, tanto Parlamento Europeo como Consejo están trabajando en una hoja de ruta para confeccionar una Unión Europea de la Defensa.

 

Según señalan diversos estudios, el coste de no construir una Europa de la defensa y la seguridad se estima en 26. 400 millones de euros anuales a causa de la duplicación, el exceso de capacidad y los obstáculos a la contratación pública en materia de defensa. Por otro lado, la creación de un mercado único de la defensa fortalecería a plantas industriales ya asentadas, como la de Trubia. No podemos minusvalorar que el sector de la defensa emplea a 130.000 personas en el área de equipamientos y componentes industriales y 255.000 en otros servicios afines. En todo caso, la constitución de una Europa de la defensa debería conllevar un aumento del presupuesto de la UE que se compensaría con la reducción de los presupuestos nacionales, pero no sería aceptable que su financiación proviniese de otras partidas como las de desarrollo o innovación.

 

En resumidas cuentas, nos encontramos ante un cambio de paradigma que nos obliga a abordar esta cuestión con profundidad y a largo plazo. Si bien la OTAN  seguirá constituyendo la base de la defensa colectiva en Europa, sus prioridades políticas y las de la Unión pueden no ser siempre idénticas, sobre todo en vista del giro de los Estados Unidos hacia Asia y con las incertidumbres que genera la nueva administración norteamericana. Por tanto, la Unión ha de asumir una mayor responsabilidad respecto a su propia seguridad, entendida ésta no desde una perspectiva solamente reactiva sino también de prevención de conflictos y diplomacia activa  y avanzar de una manera coordinada ante los retos globales.

 

 

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