Ante la amenaza terrorista

Artículo publicado en mi sección quincenal de La Nueva España el 26 de noviembre de 2015

Europa se enfrenta a una nueva crisis. Los atentados terroristas en Paris, que siguen la estela de los ataques en Madrid, Londres o en la propia capital de Francia en el pasado, han golpeado la seguridad colectiva en Europa y deben tener ya una respuesta directa. Durante demasiado tiempo Europa ha mirado para otro sitio ante la creciente amenaza del terrorismo islamista. La respuesta no puede ser fruto de urgencias con operaciones improvisadas, ni unilaterales, implementadas por un sólo país. La estrategia debe ser analizada con prudencia y sin doblez, utilizando vías militares y de inteligencia, y debe partir de un acuerdo paneuropeo, porque es a Europa a quien se ha atacado, a nuestros valores y a nuestro modo de vida. Y esta crisis debería ayudar también a consolidar el sueño europeísta y la adhesión de los más jóvenes a una Europa que pueden creer consolidada indefinidamente, pero que tan sólo conforma un acuerdo circunstancial que debemos hacer más fuerte con nuestro compromiso.

El ataque a la discoteca Bataclan, a los restaurantes y terrazas parisinos, copados por jóvenes de toda Europa, credo religioso, sexo o condición política han golpeado a una nueva generación de europeos. Una generación que disfruta de un espacio educativo único, de movimientos en el seno la Unión con plena libertad y con acceso a oportunidades profesionales o culturales sin restricción. Sin embargo, esa generación, mi generación, se sigue mostrando distante, alejada del proyecto europeo, y no son disculpas las erróneas y conservadoras decisiones económicas que un grupo político determinado haya tomado durante el pasado lustro. Europa es mucho más que un gobierno concreto, que una mayoría coyuntural.

Veremos en las próximas semanas dudas, desencuentros e incertidumbres sobre cómo orientar la estrategia antiterrorista. Veremos también enconados debates sobre la soberanía formal que los Estados deben perder para otorgar capacidad de ejecución a esa misma política desde el único instrumento con el que puede ser instrumentada, Europa. Y veremos también discursos vacíos sobre la incapacidad de Europa, alentando así los nacionalismos y el euroescepticismo, fantasmas que recorren nuestro continente amenazando con mayor profundidad aunque con menor espectacularidad nuestro modo de vida.

Y a todo ello debemos responder, especialmente mi generación, con una adhesión redoblada a nuestro modelo social, a la Europa de los valores, a nuestro compromiso con una economía social de mercado y al modelo del Estado de bienestar, porque sólo en el proyecto comunitario tales principios tienen viabilidad práctica. Es el momento de luchar por una política de defensa y seguridad europea, por una especie de FBI europeo, que consolide una estrategia de inteligencia, herramienta imprescindible para vencer definitivamente a quienes nos quieren retrotraer al siglo de las sombras. No pasarán.

No Comments

Post A Comment