Avances europeos en días de luto

Artículo publicado en mi sección quincenal “Tarjeta Azul” de La Nueva España el 7 de diciembre de 2017

El pasado lunes aterrizaba en Bruselas para iniciar una semana importante. Por una parte, ese mismo lunes, los ministros de Economía y Hacienda de los países de la zona euro debían elegir a un nuevo presidente del Eurogrupo, para sustituir al cuestionado Dijsselbloem. Por otra, el miércoles la Comisión debía publicar una nueva comunicación para marcar las grandes líneas del futuro de la zona euro. Y por último, esto ya a nivel de mi trabajo en parlamento, afrontaba una serie de reuniones claves para desbloquear la negociación del reglamento para la creación de un seguro de depósitos en el conjunto de la zona euro, del que soy ponente de mi grupo, para avanzar así en el cierre de la unión bancaria.

En primer lugar, las discusiones en el seno Eurogrupo tuvieron un resultado muy positivo para aquellos que creemos en la profundización de la zona euro con una visión progresista. El ministro de Hacienda portugués, Mario Centeno, fue elegido presidente del Eurogrupo, en una elección disputada con otros tres candidatos. Centeno ha conducido la política económica portuguesa con gran acierto, aprovechando los nuevos espacios de flexibilidad que la Comisión ha ido abriendo de la mano del comisario Moscovici. Si el gobierno conservador dejaba el país a finales de 2015 con un déficit que doblaba el objetivo, en dos años Centeno ha sacado a Portugal del procedimiento de déficit excesivo mientras financiaba nuevas políticas sociales, aprovechando la flexibilidad diseñada por la Comisión, toda vez que en España seguimos sin cumplir con los objetivos y el gobierno de Rajoy ha usado esos espacios para reducir impuestos. Con todo, más allá de esas claras diferencias de política económica nacional, Centeno ha apostado fuerte por la reforma de la zona euro, para dotar a nuestra unión monetaria de instrumentos fiscales y sistemas de seguros mutuos que permitan mejorar su funcionamiento en futuras crisis.

Esta última reflexión enlaza con la segunda de las noticias que esperábamos esta semana. En el momento de la redacción de este artículo, estamos a la espera de conocer la comunicación de la Comisión sobre la zona euro. En las últimas semanas se ha especulado con la ampliación de las actividades del MEDE, el fondo para rescatar países, que podría evolucionar hacia un fondo de estabilización macroeconómica, y cuyo diseño institucional pudiera incorporarse al acervo comunitario. Además, la Comisión podría anunciar la creación de un presupuesto para la zona euro, que ayudara a la convergencia interior y activara unos estabilizadores automáticos comunes, como una herramienta anti-cíclica. En todo caso, aún estamos en el terreno de los rumores y estamos impacientes de conocer las propuestas concretas.

Por último, además de construir ese pilar fiscal, tenemos aún pendientes algunos retazos de la unión bancaria, especialmente de la creación de un seguro de depósitos común. En esos momentos, la regulación, la supervisión y la resolución de los bancos ya es plenamente europea, lo que evitará que en otras crisis bancarias sean los Estados quienes deban poner dinero público en los bancos y, con ello, verse obligados a reducir los gastos para evitar un incremento de la deuda que los haga inviable financieramente. Sólo los seguros de depósitos, aún nacionales, mantienen ese canal de contaminación de los riesgos bancarios hacia los presupuestos públicos. Pues bien, para cortocircuitar ese nexo estamos negociando en el Parlamento y en el Consejo una propuesta de la Comisión, que está teniendo notables problemas técnicos y políticos. En todo caso, esta semana, he logrado sacar adelante en mi grupo una agenda más nítida para avanzar en la negociación y espero que tenga el apoyo de otros grupos. Veremos.

Estas han sido las buenas noticias de esta semana, ensombrecidas en todo caso por el fallecimiento de Manuel Marín. Tuve la ocasión de conocerle hace unos meses, ya enfermo pero todavía en plena forma. En un largo café hablamos de la situación que atraviesa Europa, a quien le dedicó el grueso de su actividad política, siendo comisario, vicepresidente e incluso presidente de la Comisión Europea. En España se le conoce mejor por su papel en la adhesión de nuestro país a la entonces Comunidad Económica Europea y por la legislatura en la que fue presidente del Congreso, pero aquí en Bruselas se le asocia directamente con el programa Erasmus y la puesta en marcha de las primeras políticas migratorias y de acogida a refugiados, muy presente en estos momentos ante la grave crisis humanitaria que aún sufrimos. Su fallecimiento nos deja un vacío enorme, su sensatez, brillantez y gravitas se echa mucho de menos en estos momentos. En fin, esperemos estar a la altura y que mi generación sea un fiel testigo de su legado.

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