Popular: ¿solvencia o liquidez?

Artículo publicado en el diario «Expansión» el 20 de junio de 2017

El Banco Popular ha pasado a mejor vida tras la intervención de la entidad y su inmediata venta al Santander por parte del Mecanismo Único de Resolución (MUR). El proceso se ha resuelto sin el uso de dinero público (más allá de los créditos fiscales del Popular) y parece que todas las autoridades envueltas en la operación han cantado victoria. Sin embargo, esta intervención deja interrogantes que se deben clarificar.

Si tomamos por bueno el relato oficial, el Mecanismo Único de Supervisión (MUS), hasta el momento de la resolución, y la Autoridad Bancaria Europea (ABE), a la vista de sus últimos test de estrés, mostraban que el Popular no sufría problema alguno de solvencia, tan sólo estábamos ante tensiones de liquidez. Ahora bien, en las últimas semanas, la fuga de depósitos de la entidad habría acabado por generar un auténtico problema de solvencia, que impidió sostener y ampliar los apoyos de liquidez para proceder a una venta ordenada. El informe elaborado por Deloitte en esos días, que situó la cifra de provisiones necesarias adicionales en una horquilla de 2.000-8.000 millones de euros, acabó por precipitar la intervención. Informe, por cierto, del que no conocemos su contenido. Resulta, por tanto, pertinente preguntarse qué disparó esa acelerada pérdida de liquidez hasta precipitar una crisis de solvencia.

La actuación del Presidente del Banco Popular, Emilio Saracho, especialmente en la última Junta de Accionistas no ayudó a esa venta ordenada en condiciones de mercado (amén de la gestión de la dirección previa), pero la entrevista de la presidenta del MUR, Elke König, el 23 de mayo en Bloomberg, confirmando que el Banco Popular estaba en su “lupa” acabó por disparar todas las alarmas. Esas declaraciones, que rompen la discreción necesaria en cualquier autoridad bancaria, seguidas por una noticia en Reuters el 31 de mayo con rumores adicionales fueron objetivamente centrales en la salida de capitales. Desconocemos si hubiera sido posible un desenlace de la crisis del Popular menos gravoso para los inversores (y empleados) y sin efectos negativos sobre la estabilidad financiera, pero de haberla, solamente hubiera sido factible sin esas declaraciones de König. Por ello, si esta ha sido la sucesión de los hechos, queda pendiente una explicación clara por parte del MUR, porque tendrá que responder en cualquier caso ante las demandas judiciales anunciadas.

Hay, en todo caso, otro escenario posible que pasa por dudar de la solvencia del Popular, antes incluso de los últimos movimientos financieros. No se explica, de otro modo, la inacción de las autoridades públicas porque, ante un problema exclusivo de liquidez, éstas disponían de herramientas suficientes para atajarlo, a la espera de que el proceso de venta ordinario se resolviera. Cabe preguntarse si sospechaban de esos problemas de solvencia, mientras repetían públicamente que sólo había tensiones de liquidez. Bajo esta posibilidad, estamos a la espera de una explicación convincente del MUS y de la ABE. Pero también, podría haber habido una ocultación por parte de los gestores del Popular del verdadero estado de su balance. Dudas que se amplifican ante la colocación en la última ampliación de capital de acciones pignoradas, así como por las malas praxis en la colocación del capital convertible y deuda híbrida a minoristas. Así pues, si hubiera habido un problema de solvencia previo, la cuestión se agrava, porque la entidad podría haber recibido una recapitalización preventiva, como en Monte di Paschi, dando lugar a una resolución con menores costes, si el proceso de venta se hubiera podido concluir de una manera normalizada.

En todo caso, esta resolución pone sobre la mesa las fallas del actual estado de la unión bancaria. Si tras la intervención no hubiera aparecido comprador, el bail in habría llegado a la deuda senior y, con ello, a los depósitos no cubiertos; y el dinero disponible en el Fondo de Resolución, todavía compartimentado por países, no hubiera sido suficiente. En ese escenario, las turbulencias financias podrían haberse llevado por delante a varias entidades más. Por ello, resulta vital impulsar ya un fiscal backstop para el conjunto de la unión bancaria. Además, debemos cerrar ya la negociación en el Consejo y en el Parlamento para adoptar un seguro de depósitos común. Acuerdo que está encontrando innumerables trabas por parte de Alemania, así como por la posición oficial del PP en el Parlamento Europeo, con independencia de la opinión de los populares españoles.

Pero además la intervención y subasta han abierto adicionales problemas de riesgo moral, con incentivos perversos, ante futuras crisis bancarias. Cualquier inversor estaría tentado de esperar a la subasta del MUR, no sólo para adquirir un banco a menor precio, sino también para endosar la responsabilidad jurídica a la autoridad pública ante posibles demandas.

En fin, el Banco Popular se ha resuelto sin dinero público. Primer objetivo cubierto. Pero tampoco es motivo de alegría que 300.000 ciudadanos pierdan toda su inversión con efectos negativos externos adicionales sobre otras entidades, pudiendo haber alternativas menos extremas para abordar la situación. Pero para evaluar correctamente esas otras opciones, necesitaríamos un diagnóstico menos difuso de los problemas. ¿Liquidez o solvencia? Quedan aún, por tanto, muchos interrogante sobre esta resolución y retos por delante para lograr un unión bancaria eficiente.

 

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