Tomar el control

 

Artículo publicado en “La Nueva España” el 14/7/2016

Los defensores de la salida del Reino Unido de la Unión Europea usaron en la campaña previa al referéndum el lema “Take control” (toma el control). La idea se basaba en reforzar el sentimiento creciente de una cierta impotencia de la ciudadanía a la hora de orientar las decisiones colectivas. De algún modo, los gobiernos nacionales ya no serían capaces de ejercer su supuesta soberanía debido a la globalización pero también, según los eurófobos, a la Unión Europea. En este relato, la Unión estaría dirigida por tecnócratas sin ningún tipo de legitimidad democrática y, por lo tanto, las sociedades habrían dejado de poder tomar decisiones nítidas sobre su propio futuro. Así, la globalización nos arrastra por un océano sin puntos de referencia y, por ello, necesitamos, al menos, un capitán dispuesto a escuchar la voz de quienes compartimos su destino. Por lo tanto, take control, retomar el poder cedido a la Unión, que es ejercido sin control democrático, y abandona ese barco.

Este discurso no es banal ni extemporáneo. Una parte creciente de la ciudadanía comparte ese sentimiento de desamparo en un mundo global que se les escapa y ante el cual no puede ejercer su voluntad. Muchos partidos, a la derecha pero también a la izquierda, alimentan ese discurso, alentando así la vuelta a una soberanía nacional, plenamente democrática, en la que los ciudadanos retomarían el control de sus vidas.

Por ello, se rechaza que la Unión quiera aplicar el reparto de refugiados obligatorio y Hungría convoca un referéndum nacional para impugnarlo, y retomar el control de las fronteras. Por ello, Holanda celebró otro referéndum hace unos meses para oponerse al acuerdo con Ucrania, y retomar el control de las políticas comerciales. Por ello, ha vencido el Brexit en el referéndum británico. Take control. Y, por ello, estamos sufriendo un crecimiento de las fuerzas nacionalistas que esconden, como siempre en la historia, lo peor de nosotros mismos.

Por lo tanto, si bien la pregunta es acertada, quién dirige y cómo los asuntos públicos y ante quiénes, la respuesta euroescéptica es absolutamente errónea. Ningún Estado-nación puede recuperar el control en el marco de la globalización a riesgo de convertirse en Corea del Norte. Por eso, la respuesta adecuada, si de verdad deseamos recuperar el control, es acabar de configurar una Unión Europea plenamente federal donde la rendición de cuentas y las propias elecciones comunitarias perfilen ante la opinión pública las responsabilidades en la toma de decisiones.

 

 

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