Una heroínas anónimas que merecen ser distinguidas

Artículo publicado en El Comercio el 18 de abril de 2018

Tomo prestado para encabezar este artículo un título de Francisco Carantoña, nuestro Till, inolvidable director de este diario y santo patrón del periodismo regional. Lo hago, abusando de la licencia, con una alteración. Y es que Till, con ironía contagiada de una muy gijonesa coña marinera, hacía referencia a unos singulares “héroes” que, en avanzado estado de embriaguez, amenizaban melódicamente la noche a los viandantes en la plaza de los Mártires en un ya lejano 1966. Pero yo quiero hablarles de auténticas heroínas. En femenino y sin comillas.

Y es que Elena, Judit, Sara Lolo, María, Marta, Anna, Julieta, Nuria, Andrea, Sara Roces o, lo que es lo mismo, el equipo del Hostelcur Gijón de hockey, son auténticas heroínas. No solo por sus hazañas deportivas. Aunque no puede calificarse de otro modo su brillante palmarés, en el que refulgen, nada más y nada menos, cinco Copas de Europa. Son heroínas, sobre todo, por su ejemplaridad. Por un trabajo basado en la pasión y en el esfuerzo, en el rigor y en la ambición. Una ejemplaridad que comparten con un numeroso y siempre sufrido deporte amateur asturiano, especialmente el femenino. En esta Asturias que se debate entre un mundo de ayer y el mundo del mañana, su ejemplo de trabajo, esfuerzo, ilusión y éxito es algo que nos beneficia a todos nosotros.

Tuve el placer de conocer personalmente a estas campeonas la semana pasada junto a Rubén, su entrenador, y a Juan Ramón, su presidente, y de disfrutar de un entrenamiento en su fortín del Mata Jove, en el barrio de La Calzada. No podía ser en otro lugar. Posiblemente no hay barrio de Gijón en los que más esté presente la idea de lucha, comunidad y solidaridad que ejemplarmente encarnan.

Recuerdo La Calzada de los años 80 que visitaba en mi infancia cuando con mis padres y con mi abuela íbamos a comer algunos domingos a casa de mis tíos Vicente y Tina, recién llegados de Francia, tras algunos años de trabajo en Paris. En aquel barrio se unían las familias retornadas con la emigración regional en un Gijón industrial que ya sufría los efectos de las crisis de petróleo y el inicio de las reconversiones. Un barrio con problemas sociales similares a los que sufríamos en Vallobín, donde residía en Oviedo, y con una conciencia de clase y una ambición por un futuro mejor incontestable. Ambición y compromiso que llegan hasta hoy con ejemplos también como el de la Fundación Mar de Niebla, presidida por mi querida Blanca Cañedo-Argüelles y con la colaboración de tantos amigos.

En fin, quizás ustedes consideren que es una exageración calificar a las heroínas del hockey como anónimas. Sin duda, lo es. Seguro que muchos de ustedes han leído sobre sus éxitos en los periódicos o, incluso, se han acercado alguna vez a animarlas. Pero coincidirán conmigo en que en otro deporte y, quizás, con otro sexo, la alineación del Hostelcur es de las que quedaría grabada en la memoria de cualquier generación, siendo recitada de carrerilla por toda Asturias.

Yo por mi parte, además de haber intervenido en el pleno del Parlamento Europeo para que su nombre se escuche en toda la Unión y de haber exigido a la Comisión mayor apoyo al deporte de base, les he pedido a ellas una foto dedicada que voy a poner en mi despacho bruselense. Y a todos los que me visiten aprovecharé para decirles que en Asturias tenemos unas heroínas que ya han ganado cinco copas de Europa. ¡Otro ejemplo de la Asturias que funciona!

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