En este sentido, la reunión del Consejo Europeo del pasado fin de semana en Bratislava parece adelantar pasos sustanciales en algunos ámbitos, pero aún tendremos que ver cómo se sustancian esas iniciativas y sobre todo cómo se financian. Los jefes de los distintos gobiernos nacionales han acordado impulsar nuevas medidas de seguridad (especialmente en inteligencia) y control de fronteras, así como el lanzamiento de algo parecido a una unión de la defensa. Además, han incluso un compromiso adicional con la creación de mercados europeos de la energía, telecomunicaciones y capitales. Sin embargo, en mi opinión, la declaración final ha quedado demasiado descafeinada, sin aportar nuevas fuentes de ingresos, y sobre todo ausente de un espíritu europeísta comprometido que tanto necesita la opinión pública en estos momentos. La declaración final ha quedado muy marcada por los asuntos de seguridad, ciertamente importantes, pero no aportan lo que deberían al relato de la construcción europea, a la necesidad de profundizar en la Unión para superar esta crisis, económica y política, y ofrecer de nuevo a los ciudadanos un horizonte esperanzador, justo en un momento donde todo parece desvanecerse.
Por otra parte, el próximo año, Francia y Alemania vivirán nuevas elecciones generales. En nuestro país vecino parece que Marine Le Pen podrá pasar a segunda vuelta, aunque sus posibilidades de victoria son remotas. En todo caso, su discurso está conduciendo a una parte de la derecha francesa a asumir algunas de sus posiciones. Así, Sarkozy ha adaptado ya cierta retórica anti-inmigración, mientras Juppé mantiene un discurso más moderado, aunque parece que con menos posibilidades de victoria. Estaremos pendiente, pues, de las primarias de la derecha francesa, mientras en la izquierda, la multitud de candidatos impide atinar aún por dónde podría ir la candidatura socialista. En Alemania, Merkel continúa sufriendo por su posición inicial a favor de la acogida de los refugiados, presionada por sus socios bávaros y el aumento de los apoyos a la extrema derecha. Todo ello con una socialdemocracia que no llega al 25 por ciento en ninguna encuesta nacional. En Holanda también tendremos elecciones y quizá en Italia, pendientes del referéndum constitucional de Mateo Renzzi. En todo caso, España tampoco está aportando estabilidad alguna a la Unión, tras casi un año con un gobierno en funciones y sin vistas de tener un ejecutivo en el corto plazo.
No cabe duda de que la situación en Europa es complicada, pero no están mejor los Estados miembros. Necesitamos un redoblar el compromiso con este proyecto, el europeo, que es lo mismo que viabilizar nuestro modelo de economía social de mercado, Estado de Bienestar y derechos sociales y civiles en el marco de la globalización.