Del Brexit a Trump, pasando por Washington

(Artículo publicado en el diario «La Nueva España» el 28 de julio de 2016)

Desde la implosión financiera de 2007 y 2008, el mundo se ha embarcado en una activa re-regulación de los mercados financieros. El G-20 y el Comité de Basilea encauzan este debate con el objetivo de alcanzar amplios acuerdos entre los distintos países para diseñar, en la medida de lo posible, regulaciones similares. Sin embargo, las decisiones de esos foros sólo pueden ser orientativas, adaptadas después en cada jurisdicción a la realidad local, bajo el manto ideológico de las mayorías políticas concretas en cada uno de los legislativos. Este proceso obliga, por otra parte, a una colaboración estrecha entre los parlamentos y en ese marco, la semana pasada, visité Washington, como parte de una delegación del Comité de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo.

Durante la misión nos entrevistamos con los supervisores y reguladores de los mercados financieros y bancarios. Estuvimos con Mary Jo White, la presidente de la SEC, Timothy G. Massad, presidente del CFTC, o Thomas J. Curry, Comptroller of the Currency. Una de las reuniones más interesantes fue con Stanley Fischer, actual vicepresidente de la Reserva Federal, que ha sido casi de todo en su vida como economista que se inició con aportaciones claves a la “nueva economía keynesiana”. También fue intensa la entrevista en la Casa Blanca con Jason Furman, economista jefe del equipo de asesores de Barack Obama sobre la situación económica global.

En todo caso, y más allá de los detalles técnicos sobre la implementación de algunas de las regulaciones financieras a ambos lados del Atlántico, que se las ahorraré al lector para no aburrirle demasiado, en cada reunión había dos asuntos en la agenda informal innegociables, con los que se abría o se concluía cada cita: Brexit y Trump. Y, ciertamente, lo inquietante es que ambos teman comparten un mismo fondo.

Como escribía en una columna previa, hay una parte de la ciudadanía que siente que ha perdido el control de sus vidas, que la globalización o la Unión Europea supuestamente imposibilitan el ejercicio de la soberanía nacional, que el flujo de emigrantes está desperfilando los “caracteres nacionales”, el sentimiento de clan. De alguna manera, parece que hubiera una parte de la sociedad que ha olvidado los principios de la Ilustración, que se recoge en los caparazones nacionalistas y anti-globalizatorios, con una pulsión anti-racionalista. Pues bien, esos sumaron mayoría en el Reino Unido, y en otros países de la Unión también gana apoyo. Además, este renacer nacionalista amenaza también a Estados Unidos.

Durante nuestra visita se celebraba la convención republicana en Cleveland (Ohio) y cada noche, en prime-time, pude seguir todos los avatares de esa cita. Si el martes el escándalo era el discurso de la mujer de Donald Trump plagiado del pronunciado por Michelle Obama en la convención demócrata de 2008, el miércoles lo sería el rechazo del senador Ted Cruz a apoyar la candidatura del propio Trump, y el jueves, el mismo discurso del candidato presidencial donde repasó sus propuestas: construir un muro con México, renegociar todos los acuerdos comerciales internacionales (Trump está contra también del TTIP), revisar el compromiso de Estados Unidos con la OTAN, etc. Una agenda totalmente aislacionista, nacionalista y racista. Lo inquietante, como decía previamente, es que las encuestas tras la Convención daban como favorito a Donald Trump.

Esta semana toca convención demócrata y confió en que Hillary Clinton, con el apoyo de Sanders, vuelva a encabezar la carrera electoral. De momento, ya sabemos que Putin, a quien admira el propio Trump, ha espiado los correos de la presidenta del Partido Demócrata, el mismo Putin que financia irregularmente a Marine Le Pen en Europa. ¿Alguien puede dudar a quién votar?

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