Feliz día, europeos

En los últimos días una de las principales empresas familiares de Asturias, que trabaja en el sector industrial, exporta casi toda su producción y emplea a unos 200 trabajadores, me contactaba a raíz de un serio problema logístico a cuenta de las políticas de confinamiento, derivadas del combate contra el coronavirus. La suspensión de la libertad de movimientos de personas en la Unión Europea está imposibilitando algunos desplazamientos urgentes para recuperar la actividad y cumplir una serie de compromisos inaplazables. Ciertamente, hay alguna opción para intentar abordar este problema, pero este grave inconveniente nos debe hacer reflexionar sobre las bondades que nos aporta la Unión Europea, casi sin apreciarlo. 

En estas semanas hemos sido conscientes del valor de la amistad y de la familia como nunca. La imposibilidad de encontrarnos con nuestros amigos, reunirnos para almorzar en familia, charlar con nuestros compañeros de trabajo o, simplemente, desayunar en una cafetería de camino a nuestros quehaceres diarios, nos ha hecho darnos cuenta de esas pequeñas cosas de cada día que nos permiten disfrutar de una vida plena. Pues bien, también debería hacernos recapacitar sobre esas cuestiones, quizá sencillas en principio, pero realmente estratégicas que esta Unión Europea imperfecta nos proporciona. 

La posibilidad de viajar sin visados ni pasaportes, el apoyo financiero de los fondos estructurales que han sido movilizados para cubrir los gastos sanitarios, el respaldo habitual al conjunto del sector primario, los programas Erasmus o simplemente el acceso sencillo a los canales de transmisión de la cultura, pero también de los bienes y servicios en un gran mercado único, que produce, por cierto, estándares regulatorios para todo el mundo, están aquí gracias esencialmente a esta Unión Europea. 

A una Unión a la que aún le queda mucho recorrido por delante, y cuyas decisiones políticas, como las de cualquier institución democrática, nos pueden satisfacer o no. Tampoco el gobierno de Asturias o de España toman decisiones siempre de nuestro agrado. Pero ello no nos hace dudar de la necesidad de tales instituciones, simplemente cuestionamos las mayorías políticas que sostienen a uno u otro gobierno, y votamos en consecuencia. Hagamos lo mismo con la Unión Europea.

El sábado 9 de mayo celebramos el Día de Europa, recordando la declaración que Robert Schumann pronunció en idéntico día de 1950. Un manifiesto que abrió el camino para constituir la Comunidad Europea del Carbón y del Acero para acabar con los conflictos bélicos entre europeos. Setenta años después esa comunidad se ha transformado en la Unión Europea, una unidad democrática destinada a salvaguardar la esencia europea en el tiempo, esa combinación entre la economía de mercado y el Estado de Bienestar que nos hace únicos en el mundo. Hablemos de la Unión, critiquemos las decisiones de su gobierno, discutamos cómo mejorarla o quién defiende mejor nuestros valores o intereses, a quién votar, a fin de cuentas, en las próximas elecciones europeas. Seamos ciudadanos críticos, pero ciudadanos europeos. 

Feliz día, europeos.

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