Jonás Fernández: «Los votantes de Podemos esperan que nos recuperemos»

 

La entrevista con el eurodiputado Jonás Fernández (Oviedo, 1979) comienza con una pregunta muy sencilla.

¿Quiere usted ser el próximo secretario general del PSOE?

Desde el Comité Federal de los gritos que acabó con la dimisión de Pedro Sánchez, el líder depuesto y Susana Díaz se convirtieron inmediatamente en los principales favoritos. Desde entonces, se han encargado de protagonizar actos que, quien quisiera, los interpretasen en clave de precampaña interna, jamás ocultada en privado. En paralelo surgieron otros nombres. El que suena con más fuerza es el del diputado y exlehendakari Patxi López, bautizado por unos y otros como posible «tercera vía» que superase el antagonismo entre Díaz y Sánchez y evitase un cruento enfrentamiento.

Pero, ¿por qué no alguien más joven, menos conocido y menos significado? Las especulaciones se desataron en el PSOE, que recuerda cómo un desconocido para la opinión pública, José Luis Rodríguez Zapatero, se hizo con el timón del PSOE frente al barón favorito, José Bono, y cuatro años después se mudaba a la Moncloa. Ante ese espejo situaron en el PSOE al diputado por Teruel Ignacio Urquizu. Luego llegó el nombre de Jonás Fernández, excolaborador del exministro Carlos Solchaga y del que otro exministro, Javier Solana, tiene una inmejorable opinión. «Si el nivel está tan bajo, ¿por qué no podría dar otro la sorpresa?», explica en conversación con este diario otro exministro socialista.

Pero, utilizando la historia del profeta bíblico, Jonás Fernández se queda en la ballena europea donde se siente cómodo. «No, esto no está en mi agenda ni en mis preocupaciones. Mi compromiso en estos momentos pasa por acabar la legislatura en el Parlamento Europeo y después ver si el partido quiere seguir contando conmigo allí, si yo estoy en condiciones de seguir o si quiero volver a la vida profesional. Ya veremos», explica en conversación con EL ESPAÑOL.

Dice que no ha estado en eso, pero ¿estuvo hace unos meses? ¿Le animaron referentes como Solchaga o Solana?

La verdad es que no. Pensar en algo como eso es algo muy serio. No depende siquiera de lo que uno se plantee. Mi preocupación fundamental es ayudar al partido a salir de la situación en la que está.

Fernández pasa por ser una de las mentes más preparadas entre los parlamentarios socialistas. Economista, con un master en administración de empresas por el IESE, otro en Economía y Finanzas por el CEMFI-Banco de España y estudios en programas de Harvard y la London School of Economics. Se le ha pegado parte de la corrección bruselense y salpica sus frases con «en mi opinión» o «en términos generales» cuando no quiere entrar a comentar algún asunto concreto. Para algunos es demasiado prudente, para otros sólo políticamente correcto, pero político.

En un artículo reciente, pedía una reflexión profunda. ¿Se está dando o en el fondo todo es una lucha de poder?

El partido tiene, en mi opinión, dos problemas entrelazados pero que no son el mismo. Uno es el interno. Hace más de un año que comencé a percibir sus síntomas. La confianza entre la dirección federal y direcciones territoriales pasó momentos complicados. En este año ha habido un proceso de pauperización de la confianza mutua entre muchas personas en el partido, todas ellas relevantes. Esa situación de amplia desconfianza cristaliza en el Comité Federal del 1 de octubre cuando la dirección propone celebrar un congreso en tres semanas y esa propuesta es votada en contra. Pero algunos que votaron en contra de ese calendario luego votaron a favor de mantener el «no es no» a Rajoy. Hay que abordar la crisis de confianza.

El PSOE ha perdido muchos electores entre clases medias urbanas y jóvenes profesionales. Se ha dejado de percibir al partido como una organización capaz de llegar al Gobierno

¿Cuál es el segundo?

Es político y de fondo. Incluso tras la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba tras las elecciones europeas, el partido ha demostrado que no ha sido capaz de recuperar el tirón y el impulso. Ha perdido muchos electores entre clases medias urbanas y jóvenes profesionales. Se ha dejado de percibir al partido como una organización capaz de llegar al Gobierno y que pueda gestionar el país con seguridad y responsabilidad. Ese problema tampoco está resuelto. En ese debate está el de la abstención y el de la capacidad para hacer oposición desde el Parlamento.

¿Será efectiva la oposición en el Congreso para recuperar la confianza del electorado?

En el Parlamento Europeo es el pan de cada día. No hay mayorías claras, ni a izquierda ni a derecha. Nuestro trabajo pasa por influir y por tratar de que las medidas de la Comisión Europea se vayan orientando hacia nuestros objetivos. En estos últimos dos años y medio hemos conseguido revisar el Pacto de Estabilidad, aprobar el plan Juncker, aunque en nuestro país no esté siendo bien utilizado, o revisar la política tributaria europea con medidas contra la evasión fiscal. Es un espacio en el que tenemos que participar. Tenemos que usar toda nuestra capacidad de influencia.

La pérdida de votos e influencia del PSOE viene de largo. Algunos dicen que desde 2008, con la crisis, o desde 2010, con los recortes que marcaron el final del mandato de Zapatero. ¿Qué falla más en el PSOE, el proyecto o el liderazgo?

Cuando uno ve la las últimas dos elecciones, es difícil de entender.

No creo que el partido esté más o menos a la izquierda que en 2011. La pérdida de votos se debe a la percepción de que no teníamos un equipo claro para liderar el cambio

Desde el 2011 de Rubalcaba, cuando Rajoy logró su mayoría absoluta, a 2015, el PSOE perdió un millón y medio de votos.

Sí, pero no creo que el partido esté más o menos a la izquierda que entonces. La pérdida de votos adicionales se debe a la percepción de que no teníamos un equipo claro para liderar el cambio. En lo programático, parte del trabajo estaba hecho. Por ejemplo, en la lucha contra la pobreza, la anterior dirección hizo un trabajo importante con [la hoy senadora] María Luisa Carcedo. En materia económica, tanto Jordi Sevilla [exministro] como Manolo de la Rocha [exsecretario de Economía] hicieron importantes aportaciones, como apostar por revisar los ingresos o pedir dos años para el cumplimiento del déficit, algo que se está poniendo en práctica ahora. Pero no había la percepción de que el PSOE estaba listo para gobernar. No es tanto un problema de propuestas como de que cristalicen en una oferta conjunta creíble. Eso es lo que nos falla. Hemos hechos muchos papeles.

Falta alguien que los lea. Y que los lea con convicción.

Falta alguien que los lea y que cuajen.

¿Hace falta una candidatura de unidad para evitar más fracturas en el PSOE, como proponen algunos, entre ellos el eurodiputado Ramón Jáuregui, en una entrevista con este diario?

En todos los congresos en los que hemos estado en la oposición, desde la dimisión de Joaquín Almunia, siempre ha habido más de un candidato. El congreso que ganó Zapatero y la nueva vía contó con cuatro. Después de la derrota de 2011 hubo otros dos [Rubalcaba y Carme Chacón]. En el de 2014 hubo tres [Sánchez, Madina y Pérez Tapias]. Parece razonable predecir que habrá más de uno.

Jonás Fernández, en el centro de Madrid antes de la entrevista.

Jonás Fernández, en el centro de Madrid antes de la entrevista. Moeh Atitar

Es complicado que Pedro Sánchez gane y pueda dirigir el PSOE con tantos dirigentes en contra

Pedro Sánchez vivió parte de su mandato enfrentado al grueso del poder institucional, presidentes autonómicos y federaciones clave. ¿Puede volver al timón del PSOE con tantos dirigentes en contra?

Es complicado. El que gane el congreso debería contar con un margen de confianza por parte del perdedor, eso también es cierto. Y ese margen tiene que ser utilizado para restañar las heridas.

¿Cree que Susana Díaz entiende las necesidades de las clases medias urbanas, de los jóvenes profesionales y de las nacionalidades históricas?

Es un referente, sin duda. Lidera un Gobierno autonómico con un apoyo muy importante y ha demostrado que el socialismo andaluz cuenta con un respaldo amplio, superior al del partido en otras partes. Y lo ha obtenido en zonas rurales y zonas urbanas. No creo que tenga un problema especial en este y otros asuntos. Me gusta escuchar a personas que han tenido responsabilidades en el pasado y la opinión de Zapatero y otros líderes es muy importante en estos momentos.

¿Hay un divorcio entre la militancia y los dirigentes, entre la democracia directa a través de y una consulta y la representativa del Comité Federal, entre sentimientos encendidos de algunos militantes y decisiones más frías de sus dirigentes?

La opinión de la militancia es difícil de conocer en su conjunto. Sin duda hay militantes que hubieran deseado que el Comité Federal hubiera continuado con el “no” a Rajoy e ir a terceras elecciones y hay otros que la han entendido. La democracia directa, como otras muchas nuevas verdades instaladas, tiene muchas sombras. En otros partidos, acaba siendo manipulada por sus líderes. Todas las sociedades modernas y complejas necesitan democracia representativa para poder funcionar, aunque haya consultas internas a la militancia. En la democracia, tan importante es el gobierno de la mayoría como el equilibrio de poderes y el respeto a las minorías. Si uno presenta referéndums sobre muchos asuntos complejos puede acabar consiguiendo mayorías en un sentido y en otro que hagan absolutamente ingobernable el país y simplifiquen hasta el máximo los debates políticos. Por eso es importante la labor de los partidos, que estructuran esas complejidades y hacen que la ciudadanía se posicione por paquetes. Eso hace que se asuma la complejidad y que los asuntos divisivos acaben conformando algo cohesionado. Pensar que todo se puede resolver por la vía de consultas puntuales es dividir la sociedad. Eso sí, siempre ha habido elementos de democracia directa, como la aprobación de la Constitución, la OTAN…

El modelo de partido del PSOE responde a la política del siglo XX. Si uno repasa las instituciones de intermediación, ve que hay problemas en los partidos, en la prensa, en las discográficas… en los prescriptores

El problema del PSOE no es sólo de consultas.

Es organizativo y es importante. El actual modelo responde esencialmente a la política del siglo XX y a la labor de intermediación. Si uno repasa las instituciones de intermediación, ve que hay problemas en los partidos, en la prensa, en las discográficas… en los prescriptores. El proceso de intermediación ha entrado en crisis. Se ha intentado solucionar con la participación directa de los afiliados, pero hay que depurarlo para permitir también el equilibrio de poderes y la representación de las minorías en el propio partido.

¿Cómo debe mirar el PSOE a Podemos?

El PSOE tiene que centrarse en lo suyo, en primer lugar. Yo me niego a pensar que los votos que se han ido a otros partidos lo hayan hecho para siempre.

Y, sin embargo, las bajas cotas de apoyo al PSOE es algo que lo asemeja a otros partidos europeos, en el entorno del 25%. ¿Usted cree que pueden volver al 35 o al 40%?

Sin duda, y esa reflexión debe hacerse también en otros partidos socialdemócratas. O los partidos socialistas son europeos o dejarán de ser socialistas. François Hollande ganó las elecciones francesas con un discurso antiausteridad que no se atenía al marco institucional en el que se iba a desarrollar, por ejemplo. Tenemos que ser capaces de establecer un discurso europeísta y tratar de recuperar un apoyo mayoritario en Europa. Mientras sigamos con discursos netamente nacionales estaremos condenados a generar frustración.

¿En ese marco nacional, Podemos se desenvuelve mejor? ¿Atrae más con un falso concepto de soberanía, según usted, que el PSOE con un discurso más federal y europeo?

A los partidos socialistas les falta asumir ese discurso europeísta en sus programas. Muchas veces no somos conscientes de que formamos parte de una comunidad más amplia y eso debe estar en el centro. Un partido socialista en un solo país no va a ser lo mismo que la derecha, pero no podrá hacer gran parte de su misión central, que es la redistribución. Eso en parte explica que los partidos socialistas no sean capaces de superar el 25%. Sus propuestas no están bien construidas, no son creíbles porque no encuadran la responsabilidad en el campo de actuación nacional y europeo. Los votantes que se han ido del PSOE no lo han hecho pensando que hay propuestas más serias o sensatas sobre la pobreza o el crecimiento. Se han ido porque no han visto una respuesta consolidada. Son electores que estarían dispuestos a volver si recuperamos la credibilidad.

¿No cree que Podemos comprende mejor las clases medias urbanas, el 15-M o los jóvenes? ¿Es todo demérito del PSOE?

Sin duda tendrán su mérito, pero esa gente está esperando a que el PSOE se recupere. Es un voto de castigo, de desconfianza, pero no de renuncia al PSOE. Estamos en condiciones de recuperarnos. Si creemos que estamos en condiciones de vivir toda la vida con un 20 o un 25%, el PSOE pierde parte de su razón de ser. El partido es un instrumento de cambio en manos de trabajadores, de los más desfavorecidos, pero también de clases medias que aspiran a una sociedad moderna, cosmopolita y solidaria.

En el PSOE entré en 1998 y tampoco eran momentos sencillos. Recuerdo cuando ser universitario y socialista era algo demodé a finales de los años 90. Cuando ahora hablo con amigos míos profesores de universidad, sienten algo parecido.

Hace poco hubo un gran acto en el Congreso para reivindicar la Ley de Dependencia de Zapatero. En él, el expresidente pidió un gran proyecto social para reconstruir al PSOE. ¿El día que lo logre, estará recuperado? ¿No es Podemos el partido que mejor representa a los que peor lo están pasando?

Si uno mira lo que votan los desempleados y los trabajadores con menor salario, el PSOE sigue siendo el primer partido. Seguimos siendo el partido de la gente que peor lo está pasando. La pregunta es cómo construir a partir de ahí, para crecer ahí y recuperar a las clases medias. Yo me afilié a las Juventudes Socialistas en 1994, gobernaba Felipe [González], pero no eran momentos muy sencillos. En el PSOE entré en 1998 y tampoco eran momentos sencillos. Recuerdo cuando ser universitario y socialista era algo demodé a finales de los años 90. Cuando ahora hablo con amigos míos profesores de universidad, sienten algo parecido. La moda no es ser socialista. Pero aquello pasó, con una mayoría absoluta del PP en 2000 y con un congreso que resolvió los dos problemas, el interno y el de fondo. Yo sigo creyendo que seguimos siendo capaces de hacerlo. Hay una mayoría que nos vota y que no nos vota, pero que está esperando para volver a votarnos.

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