La Asturias que funciona

Estos buenos datos aún serían mejores si computáramos en estas series la evolución de las exportaciones de servicios. Cada día es más difícil la cuantificación de los flujos comerciales en la medida que buena de parte de ellos se centran en servicios de muy distinta naturaleza cuya estimación resulta muy compleja. En todo caso, bienes o servicios, la región está mostrando un dinamismo importante, en una economía todavía convaleciente de las reconversiones, que han dejado una población activa muy reducida.

En los últimos años, he centrado una parte importante de mi tiempo en la región a conocer de primera mano esa Asturias que funciona. Sin duda, mis preocupaciones están con aquellos sectores y personas con problemas puntuales o estructurales, pero no he querido dejar de acompañar esas aventuras de éxito que nos dan una esperanza nítida sobre nuestro futuro. En este tiempo he conocido pequeñas y medianas empresas en todos los sectores de la economía, desde el primario a los servicios pasando por la industria, que están registrando crecimientos notables, centrados en un mercado global donde tenemos mucho que ganar, gracias también al apoyo de la Administración en educación y respaldo empresarial. Mucho nos queda por hacer, pero hay un relato optimista sobre Asturias, más allá de los titulares periodísticos, centrados casi siempre en los problemas. Ya saben “bad news, good news”.

En este sentido, percibo a veces una cierta disonancia entre esas apuestas de éxito y el debate público regional. Probablemente estas empresas, donde socios y trabajadores van al unísono, conscientes de compartir un destino común, más allá del debate necesario sobre el reparto de esos excedentes, centran su actividad exclusiva en el rumbo de sus compañías. Quizá eso esa, en parte, la razón de su excelente comportamiento. Pero también me atrevo a invitarles, a sugerirles, un mayor activismo público, una mayor presencia en Asturias con una ambición que transcienda sus preocupaciones del día a día, adoptando así un espíritu “kennediano” que les interrogue sobre lo que ellos pueden hacer, aún más, por Asturias.

Nuestra región necesita nuevas voces que ayuden a configurar las políticas públicas. En Asturias urge esa visión global, esa vocación de transcender a nuestra neblina para entregarse a los retos de nuestro tiempo. Estamos en el buen camino, necesitamos ambición. Sed de futuro.

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