La Europa de lo pequeño

También en el pasado pleno vivimos otro ejemplo de esta manera de hacer política con la aprobación del Parlamento del informe sobre las indicaciones geográficas no agrícolas. El objetivo es adaptar el sistema de las denominaciones de origen, que tan buenos resultados ha dado, a otro grupo de productos que verían así reconocidos la calidad de su materia prima y de su proceso de elaboración, dando un futuro a muchas pequeñas empresas que necesitan de ese reconocimiento oficial para que los consumidores podamos elegir con libertad y criterio en nuestras compras. Este modelo debería fortalecer el futuro del azabache de Villaviciosa o de la cuchillería de Taramundi, entre otros productos, que ya sufren la competencia desleal que proviene de algunos países del Pacífico. Sin transparencia sobre la calidad de los bienes, la mala moneda siempre reemplaza a la buena como dicta la Ley de Gresham enunciada en el siglo XVI y confirmada matemáticamente por el Nobel de Economía George Akerlof ya en el siglo XX. El Parlamento ya ha mostrado su posición y estamos ahora a la espera de la iniciativa legislativa de la Comisión, que ya se está demorando.

Pues bien, Europa también debe practicar esa política de lo pequeño, tan necesaria como las grandes directrices para la Unión.

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