Algunas reflexiones a propósito de la victoria socialista en Portugal

Al filo de las once y media de la noche del pasado del domingo, recibía un mensaje de Margarida Marques, colega portuguesa en el Parlamento, con la grata noticia de la mayoría absoluta que parecía sumar el Partido Socialista en los comicios legislativos del país vecino. Los días previos habían sido complicados. El margen que ofrecían las encuestas se había reducido mucho en la parte final de la campaña, e incluso alguna de ellas situaba al partido conservador, el PSD, como primera fuerza. Sin embargo, ya las encuestas israelitas publicadas al cierre de los colegios electorales anunciaban una mayoría socialista, que horas después se concretaba como mayoría absoluta.

Sin duda, el del pasado domingo es un resultado histórico, que sitúa al Partido Socialista (PS) con más del 40 por ciento de los votos y perfila a António Costa como el primer ministro más longevo en el cargo en el país luso, si completa la legislatura que ahora comienza. Las razones del éxito son siempre difíciles de identificar, pero vamos a intentarlo.

En primer lugar, Costa contaba en la legislatura pasada con una mayoría razonablemente cómoda, con una distancia no menor respecto del segundo partido, si bien necesitaba el concurso del Bloque de Izquierda y del Partido Comunista para aprobar nuevas iniciativas legislativas. En todo caso, la relación de fuerzas entre el PS y sus aliados de izquierda era lo suficientemente amplia como para no tener que integrarlos en su Gobierno. Además, la ausencia de partidos localistas, no sólo debido a la idiosincrasia del país sino a también a su norma electoral, que obliga a todas las formaciones a presentarse en cada una de las circunscripciones, reduce los ejes de debate público y simplifica en términos relativos, si lo comparamos con nuestro país, la complejidad de la geometría parlamentaria.

En todo caso, el Ejecutivo de Costa impulsó políticas típicamente socialdemócratas, con revisiones del salario mínimo y despliegue de medidas sociales, a las que se sumó una estrategia tributaria centrada en la atracción de inversión. Su tamaño relativo, menor al de otros países como el nuestro, le ha permitido buscar inspiración en esta última materia en los países nórdicos, donde si bien tienen sistemas tributación muy robustos, la ampliación de sus bases imponibles les permite fijar tipos no muy elevados sobre aquéllas más móviles.

Por otra parte, ya en la arena europea, Costa, antiguo eurodiputado, ha sabido orientar bien la acción de su Gobierno en la búsqueda de espacios de maniobra en la Unión, primero sobre la aplicación de las reglas fiscales y, después, en el tratamiento de la COVID, donde junto al Ejecutivo español de Pedro Sánchez, que ejercía el liderazgo de la familia socialista comunitaria en el Consejo Europeo, contribuyó y mucho a la emersión del programa Next Generation EU.

Asimismo, el estilo cercano y modesto de Costa contrasta, por cierto, con las ambiciones del Bloque de Izquierda y el Partido Comunista. Estas formaciones dejaron caer el presupuesto del país para 2022, sin mayores argumentos que complicar la vida a Costa y al país, al forzar la convocatoria de estas elecciones anticipadas. Todas estas cuestiones han permitido hacer confluir en torno a la figura del líder socialista una nítida mayoría, que le garantiza estabilidad en el mandato que está a punto de comenzar.

Por su parte, la derecha, que se presentaba con un líder amortizado y dividida, con la tensión también de la nueva extrema derecha, no ha logrado cuajar un proyecto de país. Mientras enfrente, en las filas del Partido Socialista, se identificada una propuesta sólida, coherente y ordenada.

Estas debilidades a la derecha, los juegos de salón del Bloque y el Partido Comunista, y la fortaleza y credibilidad de António Costa ayudan a entender este resultado, inédito también en el resto de los países europeos. Quizá podamos encontrar alguna idea para nuestro propio país.

P.D. Pleno apoyo al rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, en su empeño por modernizar, racionalizar y relanzar nuestra centenaria institución académica.

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