Ante un nuevo curso político

Iniciamos un nuevo curso político, también en la arena europea, marcado en este caso por el desarrollo legislativo y la implementación de las distintas medidas de apoyo para la recuperación de la economía. El acuerdo político del Consejo Europeo del pasado julio ha viabilizado una respuesta mancomunidad exigida por el Parlamento y concretada en las propuestas de la Comisión. En los próximos meses, el propio Parlamento y el Consejo de la UE -que reúne a los ministros de los Veintisiete y preside este semestre Alemania- deberán acercar posturas para iniciar 2021 con todos los instrumentos de apoyo operativos.

En todo caso, este inicio de curso ha estado marcado por la dimisión del Comisario de Comercio, Phil Logan. El irlandés asistió en su país a un evento social con varias decenas de personas donde no se respetaron las medidas de seguridad frente al coronavirus. Esa imprudencia le ha costado el puesto no sólo al propio comisario, sino también al ministro de Agricultura y al presidente del “Senado” irlandés. En fin, en estos tiempos de ejemplaridad cualquier resbalón puede llevarte a una dimisión anticipada.

Esta salida precipitada está generando algún problema en la composición de la Comisión Europea. Ursula von der Leyen debe reemplazar al comisario irlandés, pero aún no hay candidato y comienza a dudarse de la posibilidad de que Irlanda mantenga las competencias de comercio. En este sentido, podría haber alguna reconfiguración del ejecutivo que debería ser urgente ante las negociaciones con el Reino Unido, que sigue capitaneando Michael Barnier, pero que necesitan de un comisario de comercio con plenas capacidades.

Por lo demás, el Parlamento ya reinició su trabajo la semana pasada, centrado en la negociación del marco presupuestario 2021-27 y del reglamento para la creación del Fondo de Recuperación y Resiliencia. El Parlamento planteará al menos cuatro cuestiones a resolver en la negociación con el Consejo.

En primer lugar, el Parlamento exigirá elevar las partidas presupuestarias para programas europeos que se han visto muy debilitadas con el aumento de los “cheques nacionales” y el incremento, respecto de la propuesta de la Comisión, del dinero obtenido con la emisión de deuda comunitaria al apoyo de los Estados miembros, aminorando así los recursos de políticas comunitarias. En este sentido, programas como Erasmus+, Horizonte 2020, la unión sanitaria, el Fondo de Transición Justa o las inversiones en comunicaciones tendrían ahora una dotación sensiblemente reducida. El Parlamento puede vetar el marco presupuestario, y usará este poder con responsabilidad ante la crisis que atravesamos, aunque esperamos movimientos similares en el Consejo.

En segundo lugar, el Consejo Europeo ha acordado un sistema de seguimiento y control de las ayudas europeas canalizadas a través de la “Facilidad para la Recuperación y Resiliencia”, el principal programa para la reactivación, en manos casi exclusivas de los Estados miembros. El Parlamento no puede permitir que más de un tercio del presupuesto comunitario se ejecute sin control alguno por parte de la cámara de representación directa de los ciudadanos.

En tercer lugar, el Parlamento exigirá un acuerdo más nítido sobre la viabilidad de los nuevos impuestos europeos. Estos ingresos son necesarios para amortizar la emisión de deuda a largo plazo y los compromisos del pasado Consejo Europeo son demasiado imprecisos. Necesitamos un compromiso firme de los Estados a este respecto para garantizar la sostenibilidad de la nueva deuda sin comprometer los programas ordinarios de inversión de la Unión.

Y, por último, las inconcreciones del acuerdo del Consejo Europeo alcanzan también a la condicionalidad sobre la vigencia del Estado de Derecho y los valores fundamentales de la UE en algunos países. Las investigaciones abiertas contra Polonia y Hungría por posibles desviaciones constitucionales de sus gobiernos deben condicionar el desembolso de las ayudas europeas.

Obviamente, el hecho de que los propios gobiernos de esos países bajo sospecha se sienten en el Consejo Europeo dificulta la aprobación de un control más estricto a este respecto en el seno de esa institución. Sin embargo, el Parlamento confía en mejorar la supervisión democrática de esos países.

En fin, en apenas un trimestre todas estas incertidumbres deben estar despejadas, y a ello nos dedicaremos con atención. Mientras tanto, gracias al control del Principado de Asturias sobre el coronavirus, los viajes entre nuestra región y Bruselas parecen más sencillos que desde otros lugares de Estado. ¡Ánimo y atentos!

 

*Foto: CC-BY-4.0: © European Union 2019 – Source: EP

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