Con Borrell

El inicio del mandato no ha podido ser más complicado. Las dificultades en el seno del Consejo Europeo para alcanzar un acuerdo que dé inicio a la legislatura han sido largas, tortuosas y han dejado un resultado, desde la óptima comunitaria, “profundamente insatisfactorio”, tal y como lo ha expresado la presidenta del Grupo de los Socialistas y Demócratas en el Parlamento, Iratxe García. La presidencia del Consejo Europeo recaerá en el liberal belga Charles Michel, mostrando así el peso creciente de este grupo, aunque la principal disputa se centró en la candidatura a presidir la Comisión. Ciertamente, España “ha vuelto a Europa” con una redoblada influencia y la elección de José Borrell, como Alto Representante de Política Exterior y Seguridad, supone un espaldarazo a nuestro país, después de más de una década con una representación menor.

En España, el Jefe del Estado, el Rey Felipe VI, a la vista del resultado electoral, encarga al líder político con mayor probabilidad de alcanzar una mayoría parlamentaria la misión de tramitar una investidura. En Europa, es el Consejo Europeo quien realiza esa labor.

La victoria del Partido Popular Europea parecía indicar que el Consejo Europeo encargaría ese trabajo al candidato conservador Manfred Weber, pero la oposición de liberales y socialistas hacía improbable el éxito de tal candidatura. En ese marco, en la Cumbre del G20 en Osaka, los principales jefes de gobierno alcanzaron un acuerdo para encargar al líder socialista Franz Timmermans el esfuerzo de negociar una investidura. El acuerdo situaba a un liberal en la presidencia del Consejo Europeo y en la dirección de la diplomacia europea, mientras invitaban al Parlamento a elegir a Weber para el conjunto del mandato. Un acuerdo razonable y positivo para Europa y para los progresistas europeos, que hemos estado fuera de la presidencia de la Comisión durante tres lustros.

Sin embargo, este pacto saltó por los aires a la vuelta de Japón con una rebelión interna en el Partido Popular, apoyados por Italia, Irlanda y los países de Visegrado (Hungria, Polonia, Eslovaquia y Chequia). Si Weber no contaba con los apoyos de socialistas y liberales, Timmermans fue bloqueado por los países pequeños “populares” y por aquellos a los que ha combatido en los últimos años desde la Comisión por su deriva autoritaria, como Orbán. Este bloqueo cruzado que ha llevado a la caída de la candidatura de Timmermans ha sido lo más dolorosos de este proceso para todos los progresistas.

Finalmente, el Consejo Europeo ha propuesto a la ministra alemana de Defensa como candidata a la investidura para presidir la Comisión, Ursula von der Leyen, que ahora deberá negociar los apoyos en el Parlamento. Sin duda, no tendrá un camino fácil ante las dudas de muchos “populares”, que han apoyado el proceso de Spitzenkandidate, y de los socialistas. Por su parte, los liberales han mantenido en la presidencia del Consejo Europeo con el belga Charles Michael, aunque han perdido al Alto Representante que ha acabado en la familia socialista y en nuestro país, con un candidato inmejorable como José Borrell.

Además, el acuerdo del Consejo parecía sugerir que el Parlamento eligiera al búlgaro socialista Stanishev como presidente, un gesto hacia al este que el conjunto de los socialdemócratas, incluido el interesado, rechazamos en primer plano. Como respuesta, el grupo parlamentario socialista en una reunión complicada en la noche del martes acordó respaldar la candidatura del italiano del Partido Democrático, David Maria Sassoli, que ha logrado la presidencia en segunda vuelta.

Y finalmente, el Consejo Europeo ha acordado que la francesa Lagarde, actual directora general del FMI, se haga con el mando en el Banco Central Europeo. Y esta ha sido otra decisión controvertida. Por una parte, Europa se juega perder el puesto en una institución multilateral clave por esta decisión. Por otra, la elección de la presidencia del BCE se situaba formalmente fuera del perímetro de estas decisiones y aunque obviamente, de un modo u otro, estaba en el ambiente de la negociación, su comunicación pública junto al resto de vacantes a cubrir, con el único objetivo de complacer a Macron, ha sido un horrible precedente para la independencia de la propia institución. Y, por último, muchos creíamos que el alemán Weidmann, que ha intentado bloquear todas las decisiones de Mario Draghi, no debería obtener tal recompensa, aunque la candidata francesa inspira otras desconfianzas.

En fin, el Consejo Europeo ha alcanzado un acuerdo insatisfactorio para muchos, aunque la victoria española con el Alto Representante para José Borrell ha sido un éxito relevante. Ahora se inician las negociaciones para esa posible investidura de Ursula von der Leyen, que estoy seguro serán difíciles y complejas. Seguiremos informando.

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