21 Mar “La flexibilidad de la UE se prolongará hasta que la recuperación económica sea firme”
Juan A. Ardura, OVIEDO.
Jonás Fernández (Oviedo, 1979) dio sus primeros pasos políticos en las Juventudes Socialistas pero, tras acabar sus estudios, cortó ese cordón umbilical para irse a Madrid, como tantos otros jóvenes asturianos, y trabajar como economista en el sector privado. Tras ser tentado varias veces, en 2014 le ofrecieron ser candidato a la Eurocámara, donde revalidó escaño cinco años después. Ahora, el PSOE le ha pedido que haga la ponencia económica de su próximo congreso federal.
–¿Le sorprendió este encargo?
–Desde mi elección como diputado he centrado mis esfuerzos en el Parlamento Europeo, tanto en la discusión de toda la regulación económica y financiera como en la representación de los intereses de Asturias. Quizá por ello no he estado demasiado presente en la vida orgánica del partido. En estos momentos, el PSOE ha considerado oportuno que me dedique un poco más a las cosas del partido, colaborando en la redacción de la ponencia marco del 40.º Congreso. Agradezco la confianza del secretario general, Pedro Sánchez, y el respaldo de la FSA. Espero hacer un buen trabajo, marcando algunas líneas de actualización del socialismo español y, cuando acabe, seguiré centrado en mis responsabilidades institucionales en Europa.
–¿Cuáles serán los pilares de la política económica socialista?
–España ha venido sufriendo las necesarias medidas de distanciamiento social y las restricciones a la movilidad de manera más acentuada que el resto de Europa por nuestra mayor especialización productiva en servicios. Además, al inicio de la crisis el país contaba con una mayor deuda pública como consecuencia, entre otras cosas, de la reducción impositiva del PP para las cohortes más elevadas de renta. Desde este punto de partida, lo más relevante ahora es hacer un buen uso de los fondos europeos extraordinarios, no solo para reanimar la economía a corto plazo, sino también para lograr una estructura económica más robusta.
–¿Cuáles son las asignaturas pendientes de la economía española?
–España sigue teniendo pendiente una reforma tributaria que redistribuya mejor los esfuerzos y mejore la sostenibilidad y fortaleza de las políticas públicas. El mercado de trabajo necesita una revisión para mejorar el poder de negociación de los trabajadores, que facilite el acceso a los más jóvenes y las mujeres, y combata la dualidad y temporalidad. La estrategia verde debe ir acompasada con los ritmos de nuestra industria, que también debe responder a los retos de la digitalización, y la nueva economía digital necesita de un marco regulatorio más sólido, algo que tampoco podemos hacer al margen de Europa.
–¿Europa prorrogará la flexibilidad que autorizó para 2021 en las medidas de estabilidad?
–A diferencia de lo acontecido en la crisis financiera de hace ya una década, ahora se ha logrado un amplio consenso a favor de las políticas de inversión para recuperar la actividad frente a la agenda de los recortes de entonces. En todo caso, esa respuesta no puede darse solo a escala nacional, donde los Estados ya tienen elevadas deudas, sino a través de Europa y su nuevo fondo de recuperación. La cláusula de escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento se prolongará, al menos, durante un año más y hasta que la recuperación sea firme. Y cuando las reglas entren de nuevo en vigor serán otras y no las actuales. Nadie cree que sea posible mantener el objetivo de deudas públicas en el 60 por ciento del PIB de manera inmediata. Las reglas ya están sometidas a debate en el Parlamento, Consejo y Comisión. Con todo, si las políticas de apoyo no resultan suficientes, deberíamos buscar más espacio fiscal a través de la Unión, ampliando el NextGenerationEU, y no tanto a través de los Estados.
–¿Juzga conveniente esa flexibilidad?
–La flexibilidad es oportuna y conveniente. Una retirada abrupta o rápida de las políticas de apoyo ahondaría aún más en la depresión, como ocurrió hace una década. Pero para ello necesitamos que el BCE mantenga o amplifique su política monetaria expansiva, y hacer recaer en la mayor medida posible los esfuerzos adicionales en la Unión, y no ya en cada uno de los Estados de manera individualizada. Con todo, este tratamiento podrá tener efectos secundarios a medio plazo que habrá que monitorizar puntualmente.
–¿Qué reformas más perentorias exige Europa a España a cambio de los fondos de ayuda?
–España presenta algunos “cuellos de botella” que dificultan el crecimiento. Seguimos teniendo algunos mercados demasiado oligopolísticos y con muy poca competencia. Y en términos fiscales, el país necesita una ruta a medio plazo de fortalecimiento de las cuentas públicas, como mejor vacuna ante futuras crisis y condición necesaria para el sostenimiento del estado de bienestar. Asimismo, la dualidad y la temporalidad del mercado laboral es inaceptable. La Comisión ha pedido que las reformas vayan por estas líneas, aunque las respuestas a estas solicitudes pueden tener una impronta socialdemócrata o conservadora. El Gobierno actual, obviamente, apostará por la primera.
Una de las cuestiones que Bruselas exige corregir es la excesiva temporalidad, que afecta en gran medida al empleo público.
–El Gobierno español ha respondido a esta solicitud, que es un clamor en nuestro país ante un problema que lleva presente demasiado tiempo. Conozco, por razones familiares, por ejemplo, el funcionamiento de las contrataciones en los sistemas educativos autonómicos y claramente necesitan una reforma. Podríamos decir lo mismos en otras áreas de la Administración. El Ejecutivo nacional ha anunciado un programa sobre este asunto que necesita también la colaboración de las comunidades autónomas.
Fondos Next Generation, fondo de resiliencia, mecanismo para una transición justa. ¿Cuál ha de ser la hoja de ruta del Gobierno asturiano para no desaprovechar estos recursos?
–Al igual que hace unos años con el “plan Juncker”, creo que no hemos explicado bien el funcionamiento de los fondos y quizá hemos alentado una visión desnaturalizada de los mismos. Los fondos del NextGenerationEU se van a canalizar mediante tres vías: una parte de los mismos alimentarán programas ordinarios de la Unión para innovación, infraestructuras, investigación, etc… y seguirán un modelo de asignación competitivo. Otra parte, mediante el REACT-EU, se canalizará a través de los programas de cohesión, que en España gestionan las Comunidades Autónomas, y que ya está en funcionamiento. Y, por último, el grueso de los recursos del NextGenerationEU exigirán esos “planes nacionales de recuperación y resiliencia”, cuya responsabilidad recae en el Gobierno nacional, que responde por todo ello en Bruselas, independientemente de qué administración asuma su ejecución. Como asturiano destacaría la vía adicional de financiación de la que dispondremos a través del Mecanismo de Transición Justa. Para ello, necesitamos elaborar nuestro propio programa de transición regional, en colaboración con Madrid, para su presentación en Bruselas. En resumidas cuentas, Asturias debe diseñar su plan de transición justa y, por otra parte, presionar y trasladar a Madrid las oportunidades de inversión en nuestra región para que encuentren acomodo en el Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Ambas cosas están en curso.
–¿Hay riesgo de clientelismo en la gestión de estos fondos?
–Los fondos europeos tienen unos controles administrativos muy rígidos. De hecho, es frecuente que los receptores de estas ayudas se quejen permanentemente, y con razón, de los costes burocráticos de acceso. En la Unión seguimos discutiendo cómo mejorar la eficiencia y la rapidez en la implementación de estos fondos que, en todo caso, tienen también un control por parte de los organismos antifraude. Nadie está exento de errores, pero los controles de la Unión funcionan razonablemente bien, aunque habría que estudiar también cómo facilitar su implementación.
–¿Considera que la UE ha estado a la altura en la gestión de esta pandemia? ¿Qué fue lo mejor y lo peor?
–La compra centralizada de vacunas es un buen ejemplo de esa Europa soberana en la que creemos algunos. Delegar en la Unión esa gestión fue la mejor manera de evitarnos un problema mayúsculo: la competencia entre Estados para el aprovisionamiento de vacunas. En todo caso, el paso dado no resuelve todos los problemas y vemos cómo las compañías farmacéuticas se comprometieron a la provisión de una serie de vacunas que ahora no son capaces de producir en tiempo. Los ciudadanos valoran ese esfuerzo de la Unión, pero si el ritmo de provisiones de vacunas no se acelera, no habremos resuelto todo el problema. Todo indica que, en las próximas semanas, y tras la aprobación de alguna vacuna más, los ritmos se van a acelerar, pero el poder de la Unión debe fortalecerse en el futuro para asegurar la eficiencia de nuestras propias decisiones. Otro ejemplo es la introducción del ajuste en frontera de CO2. Un país solo no puede hacer este tipo de proyectos.
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