La peor idea para nuestra industria – La Nueva España

Este artículo fue publicado originalmente en La Nueva España el 23 de enero de 2025.

Durante la campaña electoral a las elecciones europeas de 2019 empleé gran parte de mi tiempo en subrayar un compromiso que quería adoptar ante los asturianos: si era elegido, trabajaría para que las instituciones europeas aprobaran en el siguiente mandato un arancel que protegiera a nuestros sectores industriales y, muy especialmente, a nuestra siderurgia, de la competencia desleal en materia de emisiones a la que están sometidos frente a productores extranjeros.

Fue, por ello, una gran satisfacción participar en la votación que el 22 de junio de 2022 aprobaba en el Parlamento Europeo el llamado Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera (CBAM), cuya entrada en vigor se pactaba para el 1 de enero de 2025 en fase de implementación hasta hacer efectivo el pago del arancel un año después. El Parlamento daba su voto favorable a una herramienta que atendía una reivindicación justa de nuestra industria, que era equilibrada para cumplir con los estándares de la Organización Mundial del Comercio y que, en la práctica, permitía abrir una nueva senda de incentivos para plantas como las de Gijón y Avilés.

Desde aquella aprobación, he continuado defendiendo la idoneidad de esta herramienta para proteger a nuestra industria y me he mostrado abierto a que, mientras dure el actual plazo de implementación, se introduzcan las modificaciones necesarias que aseguren su correcto funcionamiento. También durante este tiempo, he ido advirtiendo del distanciamiento creciente que observaba en el sector conservador del Parlamento Europeo -que respaldó el arancel- respecto a la propia medida. Hasta ahora, ese distanciamiento se sustanciaba públicamente en pequeños matices, pero desde el lunes, eso ha cambiado.

La iniciativa realizada por el Partido Popular para que se atrase dos años la entrada en vigor de esta importante herramienta en pro de la competitividad de nuestra industria es, directamente, una patada al tablero que no sólo resulta contraproducente en la defensa de los sectores implicados, sino que también arroja graves dudas sobre el papel del propio PP como fuerza con la que construir consensos durante esta legislatura.

En primer lugar, la idea de retrasar la plena aplicación del CBAM es una nefasta idea. El sector privado reclama constante y pertinentemente marcos regulatorios estables y predecibles, de manera que puedan planificar con tiempo y garantías las importantes inversiones que esos marcos incentivan. La propuesta del PP va en contra de este principio, como entre otras se ha encargado de recordarle la patronal europea del acero y cemento, y hace aumentar también la desconfianza sobre otras medidas que afecten a otros sectores pues, parece, todo está sujeto a revisión.

«Retrasar la aplicación del arancel, como pide el PP, es una nefasta idea que busca premiar a las industrias que no se están descarbonizando»

En segundo lugar, ‘retrasar’ es sólo un eufemismo de ‘eliminar’. Presionado por diferentes sectores económicos muy activos en países como Alemania -donde hay elecciones dentro de un mes-, esta propuesta sólo responde al deseo de suspender ad æternum, una medida que en el corto plazo puede generar inconvenientes para aquellos productores que no han dado ningún paso en favor de la descarbonización. Basados en la lógica de los hechos consumados, el objetivo sería alargar tanto como sea posible la fase de estudio e implementación de modo que nunca aparezca el contexto ideal en el que la herramienta pueda entrar en funcionamiento.

Por último, esta tardía reclamación para revisar una norma aprobada por las instituciones europeas es desasosegante para los que creemos que el núcleo de acción de la UE deben conformarlo las familias socialdemócrata, conservadora y liberal. La posibilidad de iniciar una carrera revisionista de legislación ya aprobada, y que contó en su momento con el voto favorable conservador, abre una vía incierta para la UE, que puede mermar su capacidad para abordar con éxito las grandes cuestiones estratégicas en juego, en favor de atender intereses cortoplacistas.

Por mi parte, yo continúo en el mismo lugar en el que estaba en el año 2019: defendiendo las herramientas que permitan a nuestra industria competir en igualdad de condiciones.

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