Macron en el Parlamento: Un debate más francés que europeo

El pasado miércoles comparecía ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo Emmanuel Macron, jefe de Estado francés, y desde el pasado 1 de enero y durante todo este primer semestre del año, presidente de turno del Consejo de la Unión Europea. En el debate, viciado por la proximidad de las elecciones presidenciales galas del mes de abril, la agenda europea tan solo estuvo presente en la medida que resultaba útil para la campaña del presidente o la de sus adversarios políticos en la cámara. Veamos.

El discurso inicial de Macron siguió los cánones a los que nos tiene acostumbrados. Su tesis central -que, por cierto, comparto- consiste en afirmar que los principales problemas que afrontamos en Europa, desde la débil defensa común a los debates presupuestarios, pasando por los derechos de ciudadanía o migratorios, se explican por una reducida capacidad ejecutiva colectiva.  Es decir, por una soberanía compartida y europea pendiente de fortalecer, toda vez que la operatividad de las soberanías nacionales ha perdido eficacia. La cuestión es que, más allá del diagnóstico, un político en ejercicio debe presentar algunas líneas claras de avance y, si lleva tiempo en puestos de responsabilidad, también un historial que lo avale.

Ciertamente, Macron ha llevado la agenda europea al terreno de debate nacional francés y ha salvado al país en varias ocasiones de caer en la peor versión del chovinismo, que no es otra que el fascismo. También ha ayudado a poner en marcha el plan de recuperación en el último año y, ahora, su Gobierno apoya también la revisión de las reglas fiscales. Bien. El problema es que la realidad no se compadece de sus supuestas ambiciones y después de un lustro de Macron como presidente francés, a uno le queda un sentimiento agridulce, mientras escucha sus proclamas y observa lo corto de los avances impulsados.

Querría detenerme, por último, en dos de sus propuestas, expuestas el miércoles en Estrasburgo. Por una parte, buscar una solución al conflicto en la frontera entre Ucrania y Rusia a través del “Cuarteto de Normandía”, que reúne a los Gobiernos de ambos países más Alemania y Francia. Esta propuesta falla en primer lugar porque no supone una “europeización” ni del conflicto ni de la solución. Si Macron busca realmente reforzar la agenda de defensa europea, debería apuntar al Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, y no a una institución informal totalmente intergubernamental. A día de hoy, Rusia acumula más de 100.000 soldados en la frontera con Ucrania, al tiempo que se refuerza en Bielorrusia e incrementa la presión sobre los estados bálticos. En este contexto, y teniendo en cuenta que la capacidad real de respuesta reside por el momento solo en la OTAN, no resulta realista que un diálogo entre los cuatro países antes citados puede solucionar el conflicto.

De manera adicional, su propuesta de incluir el aborto en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, no por necesaria, que lo es sin duda, deja de ser una idea al servicio de la batalla electoral francesa.  Las encuestas adelantan que Macron ganará la primera vuelta, pero necesitará una segunda para continuar otro mandato en el Elíseo. Es en la competición por la segunda posición, que otorga el pase a la segunda vuelta, donde los sondeos vaticinan una competición más reñida de lo esperado. No está claro si será la ultraderechista Marine Le Pen o la nueva candidata del centro-derecha, Valérie Pécresse, quien se mida a Emmanuel Macron en la segunda vuelta del 24 de abril. De ser su rival, Pécresse, ahora empatada con la extrema derecha en las encuestas, podría complicarle la victoria a Macron. No me cabe duda que su propuesta sobre el aborto está pensada para su campaña electoral nacional, y esto fue lo peor del debate. Tras él, casi todos los oradores, en la mayoría de los casos franceses, orientaron la discusión hacia las fututas elecciones presidenciales y aún a pesar de algunos esfuerzos, como la intervención de la líder socialdemócrata en la Cámara, Iratxe García, para hablar de Europa, la sesión se fue haciendo cada vez más francesa y menos comunitaria.

En fin, una oportunidad no del todo aprovechada para hablar y adelantar trabajo sobre Europa.

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