Proteger a las personas; apostar por Europa

Artículo publicado en La Nueva España el 15 de marzo de 2024.

El pasado fin de semana se celebraron las elecciones legislativas en nuestro país vecino y amigo, Portugal. La dimisión de Antonio Costa, precipitada por la filtración periodística de una investigación judicial en la que se citaba el apellido del Primer Ministro, abortó una legislatura iniciada hace poco más de años en la que el Partido Socialista contaba con una mayoría absoluta. De nada sirvió que posteriormente se aclarara que el “Costa” que aparecía en el sumario no fuera Antonio, sino uno de sus ministros con idéntico apellido, liberando al líder del gobierno portugués de cualquier mancha. El país ya había enfilado el camino hacia unos nuevos comicios, cuyos resultados replican algunas tendencias electorales que observamos en muchos de los países europeos y que conspiran contra el futuro de la Unión Europea con sus propias elecciones al Europarlamento el próximo 9 de junio.

El centro-derecha portugués, aglutinado en una amplia coalición de varios partidos conservadores, ganó las elecciones frente al Partido Socialista con poco más de medio punto de diferencia y dos diputados más. Si la coalición conservadora obtuvo un 29,5 por ciento de los votos lo que se traduce en 79 diputados, los socialistas lograron un 28,7 por ciento y 77 escaños. Sin duda, este resultado supone un duro golpe para el Partido Socialista que gobernaba hasta ahora por mayoría absoluta, pero las circunstancias tan extraordinarias que llevaron a convocar las elecciones y la urgente actualización del liderazgo del partido, con Pedro Nuno Santos ahora el frente, adelantaban ya unos comicios complicados, de modo que la estrecha diferencia con la derecha nos recuerda a alguna “dulce derrota” de otras elecciones en nuestro país de hace algunas décadas.

Ahora bien, la amargura más profunda de esta derrota pasa por el 18 por ciento de los votos obtenido por el partido de ultraderecha Chega, 48 diputados, lo que supone casi multiplicar por cuatro su resultado anterior. Este resultado replica el comportamiento de una parte relevante de los electorados europeos en casi todos los Estados miembros y sitúa al centro-derecha tradicional ante la tesitura de pactar o no con las formaciones que a su derecha comienzan a resituarse. En Italia esos acuerdos configuraron el gobierno de Meloni y en nuestro país el ejemplo de tales pactos a nivel autonómico y local movilizaron con fuerza al electorado para evitar tal situación a escala nacional. Por contra, en Alemania, la CDU se mantiene firma contra este tipo de coaliciones, al igual que en nuestra vecina Portugal, donde el líder del centro-derecha ha desechado tal opción por el momento. Veremos hasta qué punto se mantiene firme en esa posición. Esperemos que así sea.

Este debate, central para la próxima legislatura europea, tuvo eco también en el reciente Congreso del Partido Popular Europeo en Bucarest. La elección de su candidata a presidir la Comisión, Ursula von der Leyen, pronunció un discurso contra los nacionalismos y los populismos, tras el cual apenas la mitad de los delegados respaldaron su candidatura, con casi más votos en contra y abstenciones que a favor. Inquietante.

Por nuestra parte, el Partido Socialista Europeo celebró su congreso hace algunos días en Roma en el aprobamos nuestro manifiesto electoral, centrado en proteger a las personas y reforzar la autonomía de la Unión, y respaldamos ampliamente al luxemburgués Nicolas Schmit, actual Comisario de Trabajo y Asuntos Sociales, como nuestro candidato común a liderar el ejecutivo comunitario.

En fin, las semanas pasan en el Parlamento con una agenda frenética para cerrar negociaciones antes del último pleno a finales de abril y las elecciones en el horizonte. Tendremos ocasión para detenernos en las propuestas de cada cual y sus estrategias de futuro. Nosotros, los socialistas, siempre con Europa. ¡Adelante!

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