Qué esperar del nuevo Gobierno alemán

Pasadas ya las elecciones alemanas, parece que afrontamos ahora varias semanas de negociaciones entre los partidos para acabar de configurar una mayoría parlamentaria que sostenga un gobierno estable. El resultado final no ha sido muy distinto al escenario que plantaba en mi último artículo en este diario y algunos interrogantes e incertidumbre siguen encima de la mesa.

Finalmente, el SPD de Olaf Scholz logró una muy meritoria victoria con un 25,7 por ciento de los apoyos del electorado que le sitúa en la carrera hacia la Cancillería en primer lugar. Su programa se centraba en las clásicas políticas socialdemócratas: subida del salario mínimo y de las pensiones, impulso a la inversión pública, mejora del acceso a la vivienda, e incremento impositivo sobre la riqueza y las herencias. Ahora bien, el resultado final no le permite a Scholz sondear una posible coalición con los Verdes y la izquierda de Die Linke, de modo que la única vía para conformar una mayoría estable pasaría por la opción “semáforo”, junto a Verdes y Liberales, o bien una nueva “gran coalición” que, de momento, está fuera de la mesa. De este modo, el SPD tiene menor margen de maniobra para conducir las actuales negociaciones hacia la Cancillería.

El sistema electoral alemán elige a diputados, en primer lugar, en circunscripciones uninominales donde sólo sale elegido un candidato. Adicionalmente, si el partido político en cuestión supera el 5 por ciento, complementa su representación con diputados que se votan en una lista regional hasta alcanzar el número de escaños que se ajusta a su representación proporcional. Con todo, si un partido no logra el 5 por ciento, pero sí obtiene, al menos, tres diputados en las elecciones uninominales también entrarían en el reparto de los escaños proporcionales por su resultado, aun cuando no lleguen a ese límite. Esta pequeña digresión viene a cuento porque Die Linke se quedó en el 4,9 por ciento, si bien logró tres escaños uninominales que le han dado han permitido obtener 36 diputados más. Si Die Linke sólo hubiera obtenido dos escaños uninominales, el SPD y los Verdes tendrían mayoría absoluta. Un pequeño ejemplo del efecto de los sistemas electorales sobre la vida política.

Por otra parte, la diferencia entre el SPD y la CDU/CSU se estrechó notablemente en los últimos días de campaña, reduciéndose a algo menos de dos puntos. Así pues, tampoco se puede descartar que el partido conservador alemán logre la Cancillería con el apoyo también de Verdes y Liberales, con la simpatía seguro de este último partido a esa opción.

De este modo, las negociaciones se han iniciado ya, pero no ha sido Scholz quien las encabeza, sino los Verdes y Liberales que han comenzado a discutir sus programas electorales para analizar sus coincidencias y decidir, ellos dos juntos, si pactan con el SPD o la CDU/CSU. En todo caso, esta segunda opción, denominada “coalición Jamaica” ha perdido cierto impulso por la guerra abierta en la que se ha introducido la CDU/CSU. Después de dieciséis años en el gobierno, bajo el liderazgo de Angela Merkel, el mal resultado obtenido por Laschet, cuya propia elección como candidato no estuvo exenta de tensiones, está produciendo un debate interno muy ácido. En él, se entremezclan críticas a la campaña y al candidato, visiones contrapuestas sobre el legado de Markel y ambiciones personales para el futuro, problema que dificulta también una salida en forma de “gran coalición” si las actuales negociaciones fracasan.

En este sentido, la posibilidad de dar forma un programa coherente de gobierno entre el SPD, Verdes y Liberales, resulta también difícil de prever. El programa del SPD podría encontrar acomodo fácilmente con los Verdes si el impulso fiscal que Scholz promete se focaliza en la transición ecológica. Un acuerdo en ese ámbito parece sencillo. Además, en el ámbito del debate europeo, SPD y Verdes también están alejados. Ahora bien, los Liberales han hecho una campaña centrada en bajar impuestos, reducir la inversión pública y retornar a las reglas fiscales rápidamente, tanto en Alemania como en la Unión. Quizá podrían acordar con los Verdes un programa de inversión ecológica más centrado en incentivar al sector privado con rebajas de impuestos, pero el espacio para avanzar un pacto con el SPD se presume muy complejo.

Así las cosas, sólo nos queda esperar y confiar en que no se retrase la negociación durante demasiado tiempo. Europa está pendiente de conocer quién, cómo y con qué programa de gobierno se conducirá Alemania en los próximos años. Su peso es central en la toma de decisiones en la Unión y las urgencias no entienden de tiempos políticos en Alemania. Atentos.

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