23 Dic Reforma de las reglas fiscales: un debate clave en 2022
En los últimos compases del presente año, y en pleno de repunte de los casos de la COVID-19 en toda Europa, el debate sobre la revisión de las reglas fiscales continúa ganando tracción. Más allá del texto del acuerdo del gobierno de coalición en Alemania, donde se entreabre la puerta a la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, el nuevo Ejecutivo holandés, aún liderado por el mismo primer ministro liberal Mark Rutte y con el apoyo de los mismos partidos, también parece dispuesto a impulsar una política presupuestaria distinta en su propio país y abordar el debate fiscal comunitario. Algunos de esos movimientos se han hecho públicos en estas semanas de diciembre. Otros se mantienen más bien discretos.
En principio, en la próxima primavera, la Comisión Europea propondrá levantar la “cláusula de escape” del Pacto de Estabilidad y volver a aplicar las reglas, siempre y cuando la situación económica no se deteriore ante las incertidumbres sanitarias. Ahora bien, la propia Comisión ha abierto una consulta pública para evaluar posibles revisiones de las normas presupuestarias, y el Parlamento ha pedido que esos cambios estén en vigor cuando termine este periodo de laxitud. Volver milimétricamente a las reglas fiscales previas no sólo sería un disparate, sino también un objetivo imposible de cumplir. Y esto está también en la cabeza de los históricos “halcones” o frugales, como les gusta denominarse. Pero tener nuevas reglas acordadas para la próxima primavera no parece tarea fácil.
En términos generales, podríamos acordar que en el debate presupuestario hay dos grandes asuntos a tratar. Por una parte, todo indica que los esfuerzos para avanzar en la transición verde y cumplir con los Acuerdos de París van a exigir niveles muy elevados de inversión pública, -además de la privada-, gastos que no se podrán acometer en el marco de las reglas presupuestarias actuales. Esta restricción parece que es percibida por casi todos los gobiernos en todas las latitudes. Y en este sentido, la idea de aprobar una “green golden rule” que deje fuera del cómputo de déficit o deuda las inversiones destinadas a avanzar hacia la neutralidad climática está ganando espacio.
Por otra parte, hay un debate quizá anterior a la “golden rule” que todavía no cuenta con presencia pública relevante. Me refiero a la necesaria revisión adicional del ritmo de reducción de los niveles de la deuda pública ya emitida que se establecen en las reglas actuales. En estos momentos, la regulación presupuestaria obliga a reducir anualmente un veinteavo del exceso de deuda pública por encima del 60 por ciento del PIB. Este calendario de reducción de la deuda pública obligaría a registrar unos superávits fiscales imposibles y tampoco permitiría a aquellos países con deudas más elevadas rentabilizar la posible “golden rule”.
De este modo, hay quien se acerca al debate sobre las reglas pensando en cómo financiar la transición verde, la inversión pública de la próxima década, y hay quien, como yo, está más preocupado por la gestión de la deuda ya emitida, habida cuenta de la incapacidad de España para registrar superávits primarios en casi ya tres lustros.
Más allá de estos dos asuntos, el papel del Next Generation EU es otro gran tema de debate. Su mantenimiento estructural en el diseño institucional de la Unión corregiría una falla histórica y condicionaría, sin duda, la discusión sobre las reglas a aplicar a cada uno de los Estados.
En fin, en los próximos meses, por debajo de las noticias sobre las elecciones francesas, el papel de Draghi en Italia o los vaivenes de Johnson en el Reino Unido, la discusión sobre las reglas fiscales seguirá su curso, con la incógnita de si las nuevas normas podrán estar cerradas la próxima primavera, o si nos encaminamos a un periodo de cierta transitoriedad, sin aplicar las reglas actuales, pero sin todavía un acuerdo sobre las nuevas. ¡Feliz Navidad y mejor 2022!
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