20 Feb Unas elecciones decisivas para el futuro de Europa – La Nueva España
Artículo publicado originalmente en el diario La Nueva España, el 20 de febrero de 2025.
Alemania afronta este domingo las que probablemente sean sus elecciones más relevantes desde la caída del muro de Berlín. Desde que el canciller Scholz decidiera adelantar los comicios el pasado mes de diciembre, no parece exagerado afirmar que los equilibrios de poder que rigen el mundo se han vuelto tan inestables, impredecibles y erráticos como los más fatalistas podían imaginar.
En ese contexto, lo que ocurra este domingo en dichos comicios adquiere una trascendencia inusitada para el futuro no sólo del país, sino también de la Unión Europea. Por razones históricas, políticas y económicas, la vitalidad y el estado de ánimo del país germano ejerce una influencia decisiva en el proyecto europeo. De ahí que los que deseamos una Alemania apegada a los valores europeos y decidida a seguir impulsando este proyecto, asistamos con preocupación a estos últimos días de campaña.
Como bien sabrá a estas alturas, las encuestas señalan a los conservadores de la CDU como vencedores de estos comicios, con alrededor de un 30 por ciento del voto. Si bien para los progresistas esta no sería la mejor de las noticias, palidece ante el vaticinio que ofrecen los sondeos del resto de resultados, y que establecen al partido nazi AfD como segunda fuerza del país, con entorno a un 20 por ciento del voto. Como otros de sus socios en la extrema derecha europea, AfD comparte su carácter pro-Putin y anti-europeo, una combinación siempre preocupante que, en el contexto actual, es simplemente inasumible.
De cumplirse los pronósticos, la CDU tendría opción de formar gobierno apoyándose en los socialistas –tercera fuerza– y, si fuera necesario, los verdes –cuarta–, marginando a la extrema derecha que, aun así, contaría con un apoyo popular notable y un protagonismo absoluto desde el espacio de la oposición. Sin ser el ideal, dadas las circunstancias sería el escenario menos desalentador, especialmente en un país muy acostumbrado a ser regido bajo gobiernos de coalición.
«La necesidad de liderazgos proeuropeos es perentoria, habida cuenta además del papel disruptor que Estados Unidos ha decidido ejercer respecto a sus aliados y que quedará reflejado por siempre en la infame foto del 18 de febrero de 2025, con las delegaciones estadounidense y rusa negociando una supuesta paz en Ucrania sin la aquiescencia del país agredido»
Ahora bien, si la diferencia ofrecida por los sondeos de diez puntos fuera, finalmente, menor, la situación se tornaría mucho más grave. Con uno de cada cinco votantes aún indecisos, y con tres partidos minoritarios luchando por entrar o mantenerse en el Bundestag, el equilibrio de fuerzas antes citado podría saltar por los aires, mermando las opciones de gobernabilidad para la CDU y abocando Alemania a un bloqueo que ni el país ni la Unión Europea pueden permitirse en este momento.
Los europeos nos encontramos ante desafíos existenciales que determinarán nuestro futuro en las próximas décadas y a los que debemos responder de inmediato. Debemos aumentar nuestra autonomía energética, mejorar nuestra productividad y reforzar nuestra capacidad de defensa, y hacerlo cuando mayor es la representación antieuropea en las instituciones nacionales y comunitarias. En ese contexto, la necesidad de liderazgos proeuropeos es perentoria, habida cuenta además del papel disruptor que Estados Unidos ha decidido ejercer respecto a sus aliados y que quedará reflejado por siempre en la infame foto del 18 de febrero de 2025, con las delegaciones estadounidenses y rusas negociando una supuesta paz en Ucrania sin la aquiescencia del país agredido.
La historia reciente de la Unión muestra la magnitud que alcanzan nuestras respuestas combinadas, con la crisis del coronavirus y de la propia guerra en Ucrania como testigos: esfuerzo conjunto para la investigación y distribución de una vacuna, y 750.000 millones de euros movilizados para responder a las consecuencias de la crisis sanitaria; 16 paquetes de sanciones a Rusia y 120.000 millones de euros (junto a Reino Unido y Noruega) en ayuda humanitaria y militar destinada a Ucrania para repeler a su agresor, cifra similar a la ofrecida por Estados Unidos.
Ambas reacciones deben servir como acicate en la situación actual, pues requerimos ahora decisiones incluso más ambiciosas y asertivas para hacer frente al mundo de hoy. El resultado electoral de Alemania será decisivo para establecer ya no sólo la determinación y la velocidad de nuestra respuesta sino la dirección misma de esta.
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