En términos generales, el Libro Blanco supone una cierta rendición de la Comisión Europea, institución que además de velar por el cumplimiento de los Tratado, debe ejercer el liderazgo europeísta. Este documento con varios escenarios, algunos de los cuales supone una vuelta atrás, supone un cierto entreguismo a las fuerzas nacionalistas que están consumiendo Europeo. En todo caso, el informe tiene una cierta virtud: pone a los Estados ante su espejo y les exige un claro compromiso en cualquier de las vías que decidan adoptar.
Los grandes países, Alemania, Francia, Italia y España, parecen haber elegido en la cumbre informal de la semana pasada transitar por la opción tercera, caminando así hacia una Europa de varias velocidades, de círculos concéntricos, que reforzaría el método intergubernamental frente al comunitario, dificultando la construcción de una unión política. Por otra parte, también es cierto que los nuevos avances no pueden acabar prisioneros de los países más euroescépticos, con gobiernos en muchos países del Este dispuestos a retomar el papel del Reino Unido durante las pasadas décadas y bloquear cualquier avance. Así pues, el escenario no resulta sencillo.
Por ello, la manifestación de Roma, contraprogramada con marchas antieuropeas organizadas por otras organizaciones políticas, es absolutamente oportuna y necesaria en un momento donde el proyecto europeísta se ha, por fin, politizado. Esta politización debe ser bienvenida, después de décadas, donde la Unión parecía un proyecto de técnicos, académicos y altos funcionarios y debe ser útil para constituir ese demos europeo que tanto echamos en falta. En este sentido, en las últimas semanas hemos visto organizarse en toda Europa nuevos movimientos ciudadanos que bajo el título de “Pulso por Europa” están ocupando ya las plazas de las principales ciudades europeas, que pronto tendrá impacto directo también sobre nuestro país. Estas iniciativas son más que bienvenidas y deben confrontar políticamente con todo ese submundo nacionalista que hay que combatir. Es el momento del compromiso. Todos y todas en Roma.