Hasta el momento, la Comisión ha enviado a los colegisladores, Parlamento y Consejo, una propuesta de directiva sobre el equilibrio de la vida personal y laboral, ampliando los permisos paternales y maternales y una revisión de una directiva previa que mejora la información y la transparencia en las condiciones de trabajo, y ha incluido en el marco del Semestre Europeo una tabla adicional de indicadores sociales. Además, la Comisión publicó la pasada primavera un libro blanco sobre el futuro de la Unión Social, donde presenta varios escenarios por los que transitar. Es decir, apenas nada. Ciertamente, no hay mayorías políticas suficientes para impulsar esa agenda social.
Para lo que si pudiera haber una mayoría política, y de ello depende en buena medida la conformación del nuevo gobierno en Alemania, es para concluir la Unión Bancaria, y dar los primeros pasos en la Unión Fiscal. Para ello, debemos ampliar las actividades del MEDE, el fondo europeo que se ha usado para financiar los rescates a los países con problemas como el España, e incorporarlo en el acervo comunitario con plena rendición de cuentas ante el Parlamento Europeo. También se está discutiendo sobre la creación de un presupuesto para la zona euro, que pudiera servir de instrumento para aplicar políticas anti-cíclicas, junto a la creación de seguros comunes, como el de desempleado, que tuviera también esa misma finalidad. Para avanzar en estas materias, los socialistas tenemos el apoyo de la Francia de Macron y, con ello, parte de los liberales y también de un sector de los conservadores, aunque cualquier resultado no será tan ambicioso en estas circunstancias.
En fin, veremos qué da de sí esta legislatura aún. Quiero ser optimista con esa reforma de la zona euro, que evite crisis similares como la sufrida en la pasada década, aunque soy más pesimista con el Pilar Social, que parece tendrá que esperar a la próxima legislatura, dependiendo de los comicios de 2019.