¿ Y ahora?

En cualquier caso, España no transpone con agilidad las directivas europeas, aun cuando los ciudadanos españoles pueden recurrir ante los tribunales posibles incumplimientos de las normas, con independencia de que hayan sido adoptadas formalmente por los parlamentos de los Estados miembros. En todo caso, las dificultades de nuestro país no se circunscriben a la transposición de directivas, sino a la existencia de regulación que va directamente en contra de las normas comunitarias. Recientemente, conocíamos la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión sobre las divergencias en las indemnizaciones de despido y condiciones de trabajo de empleados temporales y fijos, que se une a los problemas con la regulación hipotecaria española, que tanto daño ha causado a miles de familias. Pero además, la Comisión Europea tiene abierto 149 procedimientos de infracción del derecho comunitario contra España, de los cuales 33 se deben a la no transposición en plazo y forma de distintas directivas. Los últimos se deben a incumplimientos de aplicación de la directiva para homologar el desarrollo de las profesiones, que darían una oportunidad de futuro para muchos jóvenes, y otra referida al mercado único de la energía, que exige unas condiciones competitivas en la provisión de electricidad y gas que está muy lejos de cumplirse.

En fin, la pasada semana me reunía con un representante empresarial asturiano. Entre otros asuntos, me transmitió que los eurodiputados éramos percibidos como “entes solitarios”, con difícil anclaje en la realidad política de nuestros territorios. Probablemente tuviera razón, aunque algunos intentamos estar lo más cerca posible de la ciudadanía. En todo caso, la cuestión de fondo es que no sé quiénes están (estamos) más solos, si nosotros los eurodiputados o el resto de los españoles ante estas dificultades evidentes para explotar convenientemente el acerco comunitario en nuestro país. Si desde el inicio de la crisis España pasó a un segundo plano en la esfera europea e internacional, el páramo de este último año, marcado por la incapacidad de Podemos y Ciudadanos para apoyar a un gobierno socialista con ambición, nos ha dejado más allá de la irrelevancia.

¿Hay alguien ahí? … ¿y ahora?

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