Pulso por Europa

Artículo publicado en mi sección quincenal “Tarjeta Azul” de La Nueva España el 16 de marzo de 2017

El sábado 25 de marzo se celebra en la capital italiana una gran manifestación ciudadana para celebrar el 60 Aniversario del Tratado de Roma. La cita coincide con una Consejo Europeo Extraordinario donde los Jefes de Estado o de gobierno deberán redoblar el compromiso de sus países con el proyecto europeísta y, de alguna manera, dar respuesta al libro blanco que la Comisión publicó hace unas semanas sobre las distintas hojas de ruta para la Unión. La efeméride coincidirá con la inminente activación del artículo 50 por parte del Reino Unido, trámite que dará pistoletazo de salida a la negociación del Brexit, y se cristalizará nuevamente las tensiones con los países del Grupo de Visegrado que aúna a Hungría, la República Checa, Eslovaquia y Polonia, que deben asumir un compromiso más ambicioso con la UE que no se limite a participar del mercado interior. En todo caso, el Consejo Europeo deberá apostar por alguna de las opciones que ha planteado la Comisión, aunque los grandes países ya han dado algunas pistas.

 

El Libro Blanco de la Comisión presenta cinco opciones de futuro. La primera de ellas plantea un desarrollo ordinario sobre los compromisos previos, desplegando el mercado interior hacia las telecomunicaciones, energía y mercados de capitales y financieros, con apenas pasos adicionales en la unión política. El segundo escenario supone una notable involución sobre el presente, regresando simplemente a un mercado único. En el tercero, la Comisión apuesta por cooperaciones reforzadas en aquellas áreas donde haya un mínimo de países dispuestos a avanzar más rápidamente en una especie de una Unión a múltiples velocidades, que complicaría en grado sumo, por otra parte, la gobernabilidad democrática de tal modelo. En el cuarto, se presenta una vía de avances muy concentrados y seleccionados con el propósito de hacer más con menos. Y, por último, como quinta opción se apuesta por una Europa que avance bajo un prisma federal en todos y cada uno de los campos. 

 

En términos generales, el Libro Blanco supone una cierta rendición de la Comisión Europea, institución que además de velar por el cumplimiento de los Tratado, debe ejercer el liderazgo europeísta. Este documento con varios escenarios, algunos de los cuales supone una vuelta atrás, supone un cierto entreguismo a las fuerzas nacionalistas que están consumiendo Europeo. En todo caso, el informe tiene una cierta virtud: pone a los Estados ante su espejo y les exige un claro compromiso en cualquier de las vías que decidan adoptar.

Los grandes países, Alemania, Francia, Italia y España, parecen haber elegido en la cumbre informal de la semana pasada transitar por la opción tercera, caminando así hacia una Europa de varias velocidades, de círculos concéntricos, que reforzaría el método intergubernamental frente al comunitario, dificultando la construcción de una unión política. Por otra parte, también es cierto que los nuevos avances no pueden acabar prisioneros de los países más euroescépticos, con gobiernos en muchos países del Este dispuestos a retomar el papel del Reino Unido durante las pasadas décadas y bloquear cualquier avance. Así pues, el escenario no resulta sencillo.

 

Por ello, la manifestación de Roma, contraprogramada con marchas antieuropeas organizadas por otras organizaciones políticas, es absolutamente oportuna y necesaria en un momento donde el proyecto europeísta se ha, por fin, politizado. Esta politización debe ser bienvenida, después de décadas, donde la Unión parecía un proyecto de técnicos, académicos y altos funcionarios y debe ser útil para constituir ese demos europeo que tanto echamos en falta. En este sentido, en las últimas semanas hemos visto organizarse en toda Europa nuevos movimientos ciudadanos que bajo el título de “Pulso por Europa” están ocupando ya las plazas de las principales ciudades europeas, que pronto tendrá impacto directo también sobre nuestro país.  Estas iniciativas son más que bienvenidas y deben confrontar políticamente con todo ese submundo nacionalista que hay que combatir. Es el momento del compromiso. Todos y todas en Roma.

 

 

 

 

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