Se ha ido un hombre bueno, Fernando Morán

Se ha ido un hombre bueno. Su partida, por esperada, no la hace menos dolorosa. Se ha ido un diplomático, un político, el artífice de la entrada de nuestro país en la entonces Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea. Pero, sobre todo, insisto, se ha ido un hombre bueno.

Coincidí por primera ver con él en los actos de entrega de los Premios Príncipe de Asturias, allá por el final de la década de los 90. Entonces, cursaba el Bachillerato en los Dominicos de Oviedo, y en compañía de mi amigo Jorge F. Castaño, nos dirigimos al Hotel de la Reconquista para entrevistar al premiado por el reconocimiento a la Investigación Científica y Técnica. Escribíamos un artículo para la revista escolar, La Caja de Pandora, que dirigía la profesora Sara Bárcenas, hoy directora del centro. No encontramos a nuestro hombre en el bullicio del hall del hotel, pero sí pudimos saludar a muchas personalidades que iban y venían por los pasillos, entre ellas a Fernando Morán. Su amabilidad, cercanía y respeto hacia dos chavales que se ponían la corbata por primera vez fue exquisita. Guardo una foto de aquel encuentro que luce en mi salón. El único político, por cierto, que está presente en imagen en mi casa.

Es difícil resumir en unas pocas líneas el impacto de Fernando Morán en nuestro país. Podemos decir que se formó en Economía y Derecho, e ingresó en la Escuela Diplomática en 1952. Hizo carrera profesional en un cuerpo extraordinariamente corporativo entonces, y bajo los gobiernos de la dictadura franquista. Si bien las relaciones con el exterior del cuerpo diplomático permitieron florecer algunas de las personalidades más comprometidas en la batalla por la democracia, como la del propio Morán. Nunca orilló sus principios y valores, y aún así fue capaz de sobrevivir en una atmósfera complicada,

Su peso intelectual y su vocación pedagógica le acercaron al Partido Socialista de Tierno Galván, en la medida que el PSOE de entonces presentaba un acento más obrerista, y trabajó sin desánimo en la consolidación de todos los socialistas en las filas del partido de Pablo Iglesias.

Con todo, fue el primer ministro de Asuntos Exteriores del primer gobierno socialista desde la II República que presidía Felipe González. Y desde ahí, impulsó, dirigió y acabó firmando el Tratado de Adhesión de España a la CEE, el gran hito histórico en nuestro país d el siglo XX. España volvía a Europa, de donde no debía haber salido, y los españoles nos reencontrábamos con nuestro pasaporte patrio. En los noventa, volvió a la política con alguna incursión en Madrid, pero sus mejores años, su legado y su herencia se construyeron en aquellos años de enorme transformación de España.

Sus últimos años transcurrieron en la sierra de Madrid, acompañado por su mujer y su familia, y aquejado de algunos problemas de oído que dificultaban su comunicación. De tanto en tanto teníamos noticias de él, siempre prudente, cabal e inteligente. En fin, hasta luego, Fernando. Las generaciones venideras mantenemos la llama de tu compromiso.

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